Cinco canciones y me vuelvo a casa.

Cinco canciones y me vuelvo a casa:

1. Touch. Daft Punk.

Yo cuando abrazo es porque abrazo de verdad, abrazo si me quiero quedar, en la casa, en la persona... No voy abrazando a gente por la calle, no, si te abrazo es porque no me quiero ir, y eso es muy difícil en mí, porque siempre me quiero ir a otro lado, quizás es porque deseo que alguien me diga: quédate, voy a luchar por ti.
Pero no pasa, no ha pasado nunca, y está vez me quedo quieto en su portal, cinco canciones y me vuelvo a casa, quizá me pida que vuelva, que el abrazo no sea más de despedida, quizá soy un iluso y me atraquen aquí esperando, no lo sé, llevese lo que quiera, yo sólo necesito la esperanza de abran la puerta.

2. Run. Foo fighter.

Huir siempre es la opción más fácil, yo huía de todo, del futuro, del pasado, a veces hasta del presente, y me quedaba viviendo en un limbo espacio temporal de insoportable mediocridad, soporífero, la nada es un lugar inhóspito no lo recomiendo, está bien para un domingo, pero no como estilo de vida, y yo ciego de mí vivía instalado con todos los lujos en en ese estado, hasta que tuve una razón para quedarme y no huir más y luchar por todo, mi propia y renacida hambre de felicidad.

3.Pura Droga sin cortar. Kase-O.

Mi estómago es el río por dónde mis sentimientos y emociones transcurren, y los desemboca en mis demás órganos con furia a veces, con titubeos otras, con temblores, con suavidad, maneja las mareas que dominan mi ánimo, escribir empezó a hacer que los nervios en mi vientre se relajaran, de ahí mi devoción, pero un pinchazo basta para engancharte y ahora es mi estilo de vida, y ahora cuando no consigo hacer que lleguen felices a casa las letras que navegan por el río de mi estómago me atacan y vómito sobre el teclado, la presión que me impongo me vuelve loco, y no es por vicio, es porque quiero sentir esa paz que siento en mis tripas cuando las palabras me salvan de las guerras que yo provoco en mi interior. Es para quererme mejor.

4. Pretend. Seinabo Sey.

La música es terapéutica, hay canciones que parecen hechas para que grabes un videoclip por la calle mientras vas cantando y bailando sus letras y ritmos, ante el frío  (por las noches algo refresca ¿Vale?) mis pies se dejan llevar por el ritmo, mi voz comienza a liberar notas desafinadas, torpes pero libres corren por mi torrente sanguíneo y salen a luz de las estrellas y de la farola que me ilumina, mis pies están ganando una batalla al ritmo de la música, mi cadera da los golpes por tierra y mis brazos los misiles aéreos, mi cuerpo no lo sabe, pero me está curando, en vez de expulsar ese tapón que me bloquea hacia abajo lo está liberando hacía arriba y sale de mí despavorido ante tal ataque musical, para que todo fluya, para que todo vuelva sonar igual de bien aunque el ruido vuelva.

5. November. Max Ritcher.

Las canciones se acaban, y con el fin de ellas viene la vuelta a casa, los pasos vagos y lentos de alguien que no tiene donde ir, a casa, ¿Se dice casa si aún no tengo recuerdos bonitos dentro?
Mi pecho es más hogar si así es, aún está caliente de aquel abrazo, tonto no soy, la última canción dura lo suyo, pero los violines están exprimiendo su llanto al máximo, no pueden más, es hora de volver, las calles se tienen que volver a poner, el olor a pan recién horneado empieza a inundar los barrios, la puerta no se abre, pero no sufráis por mí, el sol pronto saldrá, a mi me pillará durmiendo, vale, pero la luz vuelve siempre, y tengo una larga lista de canciones esperándome para acompañarme durante el camino, la gente me mira raro al ver mi cara sonreír, "Chico, no rías tanto, que la puerta no se abrió". Ya, pero la esperanza luchó bien y eso es ya una victoria.



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