Día de perros

Buenas noches desde la averno
damas y caballos mal dotados
acercad vuestras preciosas vaginas
y vuestras sucias pollas
y sentaos a mi lado en la barra
acompañadme al cliché número dos de los borrachos de bar
y pedíos lo que queráis,
invito yo…
Perdonadme por no esperaros
pero estas copas anhelan volver a vaciarse
y me estoy encargando de ello
lo siento, no soy tan interesante como para no beber
pedidle lo que sea a mi camarero
toda barra de bar necesita un buen camarero detrás
y el mío esta noche se llama Virgilio.

David: ¿Sabes qué me dijo Carlota estando en la cama justo unos días antes de irse? Me dijo: “La gente talentosa me aburre, yo soy más fan de los perdedores como tú, la gente talentosa empacha y se creen todos especiales”.
Virgilio: Bueno, ya sabemos por qué se fijó en ti, siempre me lo había preguntado.
David: Sí, la primera frase que me dijo al acercarme a ella fue: “Coge la pluma y copia mi encanto”, mientras me cogía la cerveza y me arrebataba un trago, en ese momento derramó todo su divino encanto por mi alma, pero también se fue, cansada ya de esta ciudad de la que yo nunca me canso, y desde entonces llevo meses sin escribir.
Virgilio: El escritor y sus musas, tan queridas y tan infieles, es la lucha eterna, un día estás viviendo un período de creatividad inagotable, te susurran al oído y te guían con sus suaves manos a reconocer el tacto de su piel y, de repente, adiós, pensamiento incoloro, palabras inconexas, y vuelve a ti ese instinto inconfesable de autodestruirse, y hasta que no consigues encontrarte con las ansias de vivir plenamente y de conocerlo todo, irás saltando de desastre en desastre y abrazando cada desfase de delirium tremens que encuentres por el camino.
David: Y todos saben que no sé decir que no a una propuesta que venga de un agente del caos, pero sabes que la única manera de encontrarme siempre es escribiendo, todo el proceso de tortura, todo el semen esparcido por mis cenizas, cada vez que termino de escribir es como si terminara de follar, me siento vacío y contento, triste y extasiado, cuento mi vida, pero leéis la vuestra, la poesía es para nosotros, los ilusos, soy quien sonríe a las tragedias, y a la vez soy el némesis de la expectación, soy el que lo quiere tener todo, paz y caos, y aun así espera sonreír mientras intenta mantener el equilibrio bailando en la cuerda floja.
Virgilio: ¿Y no será que tienes miedo de volver a escribir porque tienes miedo de destapar todos los sentimientos que tienes escondidos bajo llave y que aún sientes por tu ex Lara? Puede que te aterrorice volver a sentir su olor al esparcir la tinta por las hojas de tu libreta, y que por eso subconscientemente hayas creado un tapón que te impide liberar todo lo que tienes miedo a enfrentar.
David: Joder, no me psicoanalices, sabes que odio esas cosas.
Virgilio: Bueno, intenta esto: ¿Qué le dirías si la tuvieras aquí al lado? Bebiendo contigo.
David: Creo que para empezar me tomaría otra copa más, y después de un buen trago, no sé, le diría que a pesar de haber conocido a otras personas, aún sueño despierto con ella cada día, y que cuando duermo también sueño con ella y que al despertarme empieza la pesadilla al ver que todo ha sido mentira y que no está aquí tumbada a mi lado, le diría que aún escucho su risa y que cuando sus ojos relampaguean con destellos de esmeralda y sus senos tiemblan de ensueño, es poesía, un soplo lanzado desde el fondo de su alma, y que me gustaría besar sus pechos otra vez, y que mis besos se hundan hasta el fondo de sus entrañas, le diría que llega a lo más oculto de mi pensamiento y que allí derrama sus divinas gracias, me gustaría decirle que no me importa lo que pase entre nosotros porque yo siempre querré cuidarla, le diría que prefiero estar aquí discutiendo con ella que estar por ahí follándome a otras, le diría que me besara, que no soporto las orgías de otros labios porque nunca consiguen satisfacerme, que me besara, y que quiero pasar mi vida en el vicio de sus labios, que a hurtadillas quiero introducirme en sus pupilas, le diría que es a ella a quien amo, y que por ello debe matarme, que desde el cristal de sus ojos me está hiriendo, y que la sangre de sus labios delata el crimen, y que en sus ojos quiero quemarme y que con su lengua envuelta en la mía quiero morir… Y que ella es la muerte que hace que mi vida valga la pena.
Virgilio: Joder, ¿te atreverías a decirle todo eso?
David: Posiblemente no, lo más normal en mí es que fingiera indiferencia, ella pillaría que estoy fingiendo indiferencia, yo haría algún que otro comentario estúpido y para intentar demostrarle que no me importa, en un pobre intento de ponerle celosa que no serviría de nada, le contaría que me gustaba follarme a Carlota en los cuartos de baño de este bar, ella acabaría pensando de mí que soy un capullo y a mí me darían más ganas de beber, me vería bebiendo mucho y acabaría pensando que solo soy un gilipollas al que le gusta dramatizar todo y se iría a su casa sin saber lo que de verdad siento por ella.
Virgilio: Serás cabrón, ¿has follado en los cuarto de baño de este bar? ¿Qué has hecho ahí dentro?
David: Oh, sí, varias veces, a Carlota le gustaba el sexo rápido y sucio en tus aseos, recuerdo que la primera vez yo no quería por vergüenza y ella me metió dentro de un empujón, me quitó los pantalones, y se metió mi polla en la boca, le daba fuerte pero como su boca era un cielo de algodón húmedo, lo hacía perfecto, me apretaba los huevos con una mano y la otra fue poco a poco posicionándose atrás hasta que me metió el dedo por el culo, y lo peor de todo no es que me metiera el dedo sin avisar, sino que me gustó, se me puso durísima, se quitó las bragas y mis pantalones cayeron hasta mis rodillas y se la metí, sus piernas abrazaban mi cintura, movía su pelvis en círculo, yo daba embestidas profundas, las caderas se separaban solo para volver a golpearse de nuevo, agitaba su cuerpo como si fuera presa de espasmos, notaba sus contracciones pelvianas, parecía una danza espontánea de la que uno nunca se cansaba, y nos conducía a descubrir las cimas de la voluptuosidad.
Pero aquella vez, como no conseguía correrme ahí de pie, comenzó a decirme guarradas para que me corriera y a decirme “Escúpeme, escúpeme en la boca”, desde luego sabía hacer que me corriera…
Virgilio: Interesante, se te puso dura cuando te metió el dedo en el culo y te pedía que le escupieras en la boca…
David: Y eso no era nada, a veces me pedía que entrara en el baño cuando estaba ella y tenía que hacer como que la violaba, le gustaba que la oprimiera en el fango lujurioso y que me corriera sobre la contorsión lasciva de sus senos, que le ahogara mientras la besaba, espumosas eclosiones, aletazos, asfixia y el contorneo líbico de su cintura…
Virgilio: Un poco enfermizo todo.
David: Los más enfermizo de todo era que eso me ponía demasiado.
Virgilio: ¿Te das cuenta de que siempre acabas hablando de sexo cuando te sientes incómodo desnudando tus sentimientos? Tú respiras gracias a otras cosas, por tus versos bordan ensueños con seda de sentimientos, pero los pinchazos del desencanto te dan con sus agujas y tu pecho queda mudo y rudo de tanto estremecimiento, y te gustaría ser el dueño de la extensión y mandar en las estrellas para así poder por una vez hacer que vuelva a tu lado, esperas que vuelvan sus besos de dulce miel deleitante, pero se ha ido y no volverá, y tú volverás a escribir y a sentir, pero ahora te tienes que ir, porque voy a cerrar.
David: Venga ya cabrón, una copa más, he tenido un día de mierda, todos mis días son días de mierda, no tengo trabajo, no tengo expectativas, el amor me ha humillado, o me he dejado humillar por él, no consigo dignificarme como persona, solo soy un cara dura que vive el día a día, todos mis días me siento como un perro abandonado buscando sobrevivir un día más, por favor, además tu amor aún no ha llegado, llega tarde, déjame hacerte compañía mientras llega.
Virgilio: Una mujer nunca llega tarde si la espera merece la pena. Venga, una copa más y podrás irte a pajearte y a dormir.
David: Sí, estoy a una paja de ser un mono.
Virgilio: Más bien hay monos que están a una paja de ser como tú.

Me bebo la copa y salgo del bar “La divina comedia” y camino de vuelta a casa escuchando mis canciones favoritas, de repente se pone a llover y no me molesta, piso un charco y me empapo los pies y no me molesta, siento el frío entrando de golpe en cada fibra de mis huesos y no me molesta, no me molesta nada porque voy a casa a escribir, las palabras me acompañan, sé que cogeré la rosa y que sangraré por ella y que es me la pondrá dura, y siento que es arte la lluvia mojando mi cuerpo y mi ropa, y cogido del brazo del mago ingenio que vigila la estancia de las cosas bellas y dolorosas de este mundo puedo ir seguro y avanzando atento, atento a todo lo que me rodea, a las canciones que nos dan aliento, a las ciencias y matemáticas que descifran el mundo, a los cuadros que nos regalan su encantamiento, al cine que nos acerca y nos aleja de la realidad, a las fotos que guardan fragancias dentro, a las sonrisas de las flores que adornan nuestras vidas, y a las palabras, a la poesía, que al sentirla me hizo esclavo y al azotarme me sometió a su magia y rebelo así los sentimientos que buscan fugarse y a los que pocas veces les doy una merecida libertad, dejo de tenerlos encarcelados, claudicaban a gritos y yo, cabrón de mí, no los quería liberar
Y miro tu muerte, amor mío, te veo morir en estos folios, mueren los recuerdos, que tanto salvan y destruyen mi alma, eras la copa de mis versos y arrancaste de mi alma el lamento, rasgabas los suspiros de mis misterios, yo solo quería escucharte, yo solo quería entenderte, entender la espiritual lengua de tu inerte verbo, yo solo quería esculpir en tus labios mis besos y ante tu frente, tus senos, tu boca, me asfixiaba el amor y no me importaba porque llenabas mi copa de versos y mi vida de arte…
Llego a casa encharcado, esta vez un té caliente será mi lubricante creativo, no busco nada trascendente, solo algo que me cure el dolor, no sin antes meter los dedos en la herida, mientras observo con tristeza y a la vez alivio como se cicatriza, la beso por última vez y comienzo a escribir, mi nevera está vacía y no sé si tendré para comer la semana que viene, mi rostro está vacío y no sé si podré sonreír de verdad alguna vez, son días perros para vuestro aberrante narrador, pero hay algo bueno que sabemos hacer los perdedores, follamos mejor y sabemos pelear mejor nuestras batallas, porque un día alguien nos dijo que no podíamos, que somos unos inútiles, e hizo algo peor, hacernos creer que es así, por eso hacemos esto, lo hacemos por nosotros, por nadie más, para reír y llorar en paz con uno mismo, porque no hay nada muerte mejor que morir como un guerrero, por eso escribo, y me siento aquí, y comienzo a imaginar, Bukowski y yo bebemos en un bar, pegándonos y compartiendo ideas, hostias dialécticas y palabras que dejan moratones…
Y las pulgas entonces empiezan a morir bajo el martillo de mi fe.

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