El exorcismo de Pablo Rompe

Y lo que libera cantar en voz alta, liberar endorfinas por la garganta, recordar porqué estas vivo, ahogar por unos minutos a la tristeza que te quiere estrangular con una desafinada melodía o con un grito expulsado de tu voz, ¿Qué porque necesito cantar? Pues porque soy la persona más fracasada que conozco y aun así sigo pensando que soy la hostia, porque estoy hecho del material del que se rompen los sueños y de los trozos que rompo junto las piezas para llegar a ser un escritor, porque todo lo que necesito ante esta dualidad, esta noria de sentimientos contradictorios, de creerme mejor de lo que soy, todo lo que necesito es una buena hostia, la necesitamos todos.
Mi vida la debe estar escribiendo un perturbado pajillero, o sea como yo, solo que me odia, o sea como yo, y es que siempre soy el hombre adecuado en el momento equivocado, por lo general solemos preparar a nuestras parejas para que sean mejores parejas con sus próximas parejas, es un ciclo en el que yo siempre estoy al principio de algún trauma y nunca al final, y así mis traumas tampoco avanzan, se suelen calmar con el sexo, porque el sexo es el problema y la solución de todo, a mí siempre me dicen: “Utilizas el sexo para no tener que hablar de tus sentimientos, como mecanismo de defensa, y es una pena” Y eso me hizo sentir… Me hizo sentir… Bah, no sé, me voy a hacer una paja y luego os cuento.
Pero hablando en serio, (No os riais, puedo hacerlo) el sexo debe ser el complemento de una relación de amor, no la base, algo así como el queso de los macarrones, y esta sociedad lo antepone ante todo, lo único que importa es lo que folles, quizá por eso ya no se valora tanto lo que cuesta encontrar una persona con la que compartir el silencio, quizá deba cortarme la polla para saber quién me quiere de verdad, o mejor, quizá deba dejar de escribir para saber quién me quiere de verdad, es tan difícil encontrar a alguien que te quiera por lo que eres y no por las expectativas, la idealización, que conozca tus defectos, alguien con quien compartir todos los secretos feos de este mundo, formar un equipo, ser cursi sin importar el lugar ni el momento, una persona con la que abrirte sin necesidad de escribir, a veces ni de hablar, conmigo es fácil, si empiezo a contarte cosas personales mías, estoy jodido, me has cazado, y es que a veces sin saber porque, conoces a alguien y empezáis a hablar, y no sabes porque (Y eso te encanta) solo quieres seguir en medio de esa conversación, y te sientes especial cuando esa persona, que como tú le cuesta abrirse se abre contigo, y de la nada, nace algo, y te preguntas a ti mismo la cagarás, solo que esta vez de verdad, no quieres que así sea, esta vez no, por favor.
Nadie nos entrena ya para la lucha, nos hemos vuelto vagos y perezosos, lo queremos todo en la mano, ya no reconocemos el sabor en la boca de la sangre de la derrota y las ganas de apretar los dientes para volver a pelear, ya no se respira miseria para poder exhalar a pleno pulmón la felicidad, puedes verme débil, pero lo que aún no sabes es que lucharé por ti día a día, mordiendo barro, levitando entre tus muslos, arañando los momentos de entre tus pechos, fusilando tu boca con mi lengua, echando fuego a nuestras risas, nuestro sentido del humor, nuestro sentido del ridículo, juntos, podemos provocar el apocalipsis mientras bailamos borrachos en la barra de algún bar, y esos pobres infelices zombis que nos rodean no saben que guardo más fuerza dentro de la que puede soportar una roca, que el mar me entrena y me forma, y que el mundo ya puede caer en ruinas, que tú y yo siempre sabremos como recomponer nuestros trozos rotos…
Y lo que libera escribir, ¿Qué porque necesito escribir? Escribo porque estoy poseído y cada puta letra que tecleo es el agua bendita que arrojo al demonio que llevo dentro, esto es un exorcismo, mi demonio tiene mi nombre y apellidos, una barba como la mía y una media sonrisa que atrae todas las malas decisiones que provocan que el caos ponga su bandera en mi culo.
He escrito demasiado como para saber que no se irá, que nos necesitamos en plena pelea cada día, que su voz no va a parar de dictarme lo que debo hacer para fallar, y que yo no voy a parar de teclear para poder ver como mis palabras luchan contra mi inútil existencia, por lo que he decidido unirme a él, por lo que dadme un bote de Pringles, unas cervezas frías y un ordenador con internet y dominaré el mundo.

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