El ritual

Parte 1: David.

Dentro de 23 horas.

“Es solo dolor camuflado”
Me dijo justo antes de darme su beso de despedida
“Nunca nos irá bien, lo sé, has elegido mal, lo sabes
pero nos volveremos a ver, muy pronto además
no lo podremos evitar, nos atraen los desastres
y tú eres uno muy hermoso”

Presente.

No debo presentarme en esa fiesta, pero soy una persona que siempre espera a ver qué pasa
aunque eso que va a pasar le vaya a arruinar la vida. Teresa dice que es porque me faltan traumas y que un buen escritor debe haber sufrido algunas tragedias, y que por eso me gusta mojar los labios en las copas que saben a problemas.
Miro a Teresa terminar de vestirse, ella ha insistido en llevarme, no sé porque me quiere, ni por cuanto tiempo me querrá, pero empieza a sospechar de que ya no deseo mirarla más ponerse ese vestido que tanto me gusta quitarle, y aun así insiste porque sabe que nunca me atreveré a irme,
es triste, pero el amor corrompe la realidad.
Dorotea estará en esa fiesta, la venezolana de preciosa arquitectura facial, es una belleza que da rabia ver y no poder tocar, una belleza inaguantable, inquisitiva, se adueñaba de todo lo que había alrededor, de toda conversación de todo decorado o persona, el día que la conocí yo la espiaba por el rabillo del ojo desde la otra punta de la habitación, ansiaba oír su voz, tocarla, saber cuáles eran sus cereales favoritos, casi me cabreaba su existencia y que no me hiciera caso, así de ególatra soy, odiaba que su belleza me ignorara.
No debo ir pero iré, llevaba semanas encerrado en casa escribiendo material destinado a la papelera y tenía la sensación de que si no salía de casa me volvería loco y dejaría que las paredes de mi cuarto me aplastaran, y no puedo ponerles tan fácil que me destruyan, o esa es la excusa que me pongo para ir sin sentirme una rata.
Vamos de la mano al edificio donde se celebra, ella me habla, yo asiento con la cabeza, un cosquilleo atraviesa mi espina dorsal, estoy nervioso por ver a otra chica y ni si quiera me siento mal, soy lo que la auto indulgencia ha hecho de mí.
Llegamos, un edificio entero en las afueras, luces de neón, pintadas de cera por la pared, tres pisos llenos de frenesí post adolescente, tres pisos llenos de una generación entera drogándose, tres pisos llenos de fracasos que hoy buscan redimirse y yo en mitad sosteniendo una cerveza casi caliente, he venido a beber directamente de la decadencia y esta fiesta es su fuente.
Me quedo postrado en la barra observando a la fauna desde el trono que me otorgo, Teresa habla con sus amigas y yo intento disimular con la mirada que busco a otra persona, suena música funk, es el mejor regalo que me podían hacer, bailaría funk en mi propio entierro, me levantaría, sacudiría mis huesos y volvería a meterme en mi tumba dejando a todos boquiabiertos, hasta que suene otra canción funk, claro, en gilipolleces así pienso cuando me aburro
mi imaginación siempre me salva cuando la monotonía de este mundo intenta estrangularme.
La calma es una ramera, porque nunca avisa de la tormenta, Dorotea aparece de la nada paralizando el trago de cerveza en mi garganta, sudo nervios hasta por los ojos y la boca de repente se me queda seca, ni todo el oro líquido del mundo saciaría mi paladar ahora, solo podría, apagar mi sed el jugo de sus bragas, mi corazón solo latería si me entregara el suyo envuelto en un beso de su boca, no debí venir, ahora soy suyo sin ser ella mía, ella no parecía poder ser de nadie más que de ella misma, ella es todo y en sus ojos parece anidar una oscura nada y que puedo decir, los abismos en los ojos atraen a los que tienen ganas de morir por amor.
Es una tortura ver su cuerpo serpentino moverse, baila y coquetea con toda su silueta, si Dios existe acaba de gastarme una broma macabra, la ha metido en mi cabeza, palabras y palabras embutidas dentro de esa mujer que incapaces de contenerse dentro disparan a todo aquel que tiene la suerte de que ella le mire, y a mí de repente me ha mirado, y yo que soy un nefasto escritor voy a recitar lo que me dice con sus ojos aunque mi karma prepare una soga para después.
Pero no haré nada, seguiré mirando mi copa como si del infinito se tratara y dejaré que la noche pase de largo por mi vida como una más, me acabo de dar pena, beberé más, Teresa me pide bailar, tras siete insistencias decide rendirse, se va con sus amigas y se despide con un beso y un claro gesto de decepción en su mirada.
Una muralla de hombres tapan a Dorotea, se pisan entre ellos para hablar con ella, en una de las escapadas de mi mirada a su precipicio, me devuelve la mirada, la cerveza se queda atascada en mi garganta, no voy a hacer nada, intento llamar a la camarera con la mirada, no me hace caso, me desespero, no consigo que me atiendan, Dorotea se posa a mi lado como una mariposa en una flor sin provocar ruido y con su alas provocando un tornado en mi corazón, uno de los camareros la atiende enseguida, pide dos cervezas.
“Sube conmigo a la terraza”
No voy a hacer nada, pero miro hacia atrás mientras marcho detrás de su silueta.

Parte 2: Dorotea

Recuerdo poco de anoche, decidí descender verticalmente en el vicio, volqué un ácido en mi copa y todo el dolor terminó con ese trago y antes de que empiece a manifestarse de nuevo, esta noche me invitaron a otra fiesta, no debería ir, Víctor puede que vaya, pero qué más da una muerte más si la vida no merece la pena si no es para morir en ella.
Azotada dulcemente por la piel de un amor adolescente, el sentimiento intenta rebelarse pero mis delitos me delatan y la realidad me pervierte y de repente me encuentro revolcándome en un insano colocón de desfase herencia de mi raíz auto destructiva, intentando no caer en mi pozo personal, lejos de los miserables dramatismos que nos persiguen, robaré esta noche para mí y ya nada importa…
Mi aspecto en el espejo es un reflejo de cómo me dejó Víctor por dentro, él se folla otras mujeres con vestidos cortos y piernas largas, un día estas abrazada a tu amor abriendo pétalos, oliendo rosas y al otro tu amor mete su capullo en otra puta dama, pero sigo con él, tanto es el odio que dejaron en mi cuerpo mis padres que no creo merecer algo mejor que un infierno hecho carne y como tengo la piel tan hermosa que no quiero mutilarme dejo que un hombre me arranque por dentro la piel.
Miro mi rostro en el espejo por última vez, es la esperanza suicidándose, si alguna vez hubo una chica guapa aquí dentro, se fue, si alguna vez hubo vida aquí dentro, se fue, esnifo un poco de vida y salgo a la calle, con la expectativa de que volveré peor a casa y de que llegará un punto en el que habré sufrido tanto que ya no sufriré.
Llego a la fiesta y me esperan tantos chicos, bebida y drogas como pueda desear, menudo paraíso para quien quiera vivir en el, mis amigas me presentan a sus chicos como si yo fuera una mina anti persona que no debes pisar, me dicen que han visto a Víctor antes, tengo que escaparme, voy al baño , relleno mi barra de vida, las drogas son los padres que no nos hicieron caso al crecer, al salir me encuentro con un chico mirándome, lo conocí en otra fiesta creo recordar, David si no recuerdo mal, se acerca con dos cervezas en la mano y me pide que suba a la terraza, me vendrá bien para huir de la multitud que no me deja respirar y me subo con él, quizá tenga tantas ganas como yo de fracasar.

Parte 3: David.

Nos sentamos en el bordillo, nuestros pies colgaban sobre un vacío de tres pisos, el humo envolvía su rostro mientras fumaba, sostenía el cigarro con la punta de los dedos, sostenía con la otra mano su cerveza, parecía que iba a invadir Polonia, hablamos durante sobre literatura, yo soy más de Bukowski, ella más de Poe, ella siente una atracción por los cerebros dañados, su mente es distinta a lo que la mía puede descifrar y eso me atrae hasta el punto de querer saltar.
Me recita algunos de sus poemas favoritos, mira al horizonte mientras las palabras salen como pompas de jabón de su boca, las sigo con la mirada hasta que se pierden en la nada, me pide que recite, yo no sé recitar, le digo, me empieza a recitar algo suyo, me pierdo en su lenguaje, me lleva a sitios irracionales e incoherentes de mi cerebro y me sentía feliz, a gusto.
¿Podemos elegir nuestros desastres? Porque yo acabo de elegir el mío.
Teresa entra en la terraza en ese momento, me mira con los ojos envueltos en sangre y sale corriendo, le pido a Dorotea que me espere un momento, no sé por qué coño hago eso, logro alcanzarla en primer piso, no me habla, intento hacer que se quede, forcejeamos, veo una decepción en sus ojos que me impide hablar, nos quedamos quietos mirándonos, puedo intuir el fin de algo precioso, pero me besa, me besa hasta morderme el labio y hacerme sangre, me aprieta la cabeza y golpea mi pecho, me dijo que ella solo me haría daño, a Dorotea seguro que alguien también la ha hecho daño, le digo que no hemos hecho nada, que solo hablábamos
le pido amablemente si puedo ir al baño antes de seguir hablando y subo las escaleras buscando a Dorotea, pero no está, una parte de mi siente un alivio que la otra parte de mí no se cree.
Voy buscando un baño libre, todos están ocupados menos uno, me acerco a él creyendo que no habrá nadie, abro la puerta y veo a Dorotea aprisionada contra la fría y sucia pared mientras un hombre que no soy yo recorre su piel con su carne, sus gemidos perforan mi corazón y Dios siempre hila fino con su sentido del humor, salgo de allí antes de que viera que era yo le pego un puñetazo a la puerta y salgo corriendo a buscar a Teresa, solo quiero irme a casa.

Parte 4: Dorotea.

Me sustento de travesuras sin arrepentimiento, devorando música que derriba los muros a mi paso, de imágenes distorsionadas en mis recuerdos, de un “Que le jodan a todo” y de una frivolidad que asusta y atrae a los desconocidos…
David me recordaba a mí si yo hubiera tenido otra vida, una pobre alma siempre insatisfecha, como todas las personas que tienen todo por lo que merece la pena vivir, no hay nada más peligroso que alguien dispuesto a perderlo todo, me pregunta por mis libros favoritos, me dice que quiere ser escritor, me recita alguna de sus mejores frases, quiere ser optimista pero vive encerrado en un alma pesimista y su desesperada lucha por conseguir seguir sonriendo a pesar de que su lado más oscuro siempre gane, me pone.
No habla mucho, eso me gusta, compartir el silencio es un arte que se está perdiendo, me evita con la mirada pero sus manos me buscan, hace eso con su mirada cada vez que me habla
mira mis labios y mis ojos casi a la vez, me besa, le beso, me sorprendo, he sentido inocente un beso, no sabía que se podía volver a sentir algo así, no dejo que lo vea, no dejo que vea que es posible algo mejor después de esto.
Se da la vuelta y ve a una chica, por el odio que hierve en su mirada parece ser su novia, me pide que por favor no me vaya, que volverá, y me da otro beso antes de irse, yo me siento la mujer más estúpida del mundo, ni el mejor de los besos me puede curar, miro al vacío por un momento, quizá el mejor de los saltos si me pueda salvar.
Quiero irme a casa y bajando por las escaleras escucho la risa de Víctor, debí haber saltado, veo su brazo apoyado en la pared mientras habla con una chica y la misma media sonrisa que antes utilizaba para mi ahora es un festín popular, me quedo paralizada y me ve, ya no hay nada que hacer, viene hacía mí y pretende fingir muy mal que no pasa nada, me besa, este no es un beso inocente, coge mi muñeca y me lleva al baño, sería tan fácil decirle que no e irme, sería tan fácil vivir sin destruirme, pero así soy yo, el olor a chamusquina me pone.
Noto el olor de otras en sus dedos, puede que sea cosa de mi mente, dejo que destroce los pocos rastros de inocencia que me quedan, me subo encima de él y domino su cuerpo, me muevo como una serpiente sobre la porcelana sobre su cintura, alguien abre la puerta de repente, no veo quien es. pero escucho un portazo y que me llama puta, intuyo que es David, dejo que termine dentro de mí, es lo último que voy a darle y eso me pone enfermamente triste.

Parte 5: Dorotea.

Me subo a la terraza de nuevo y dejo mis pies colgando. si aparece Víctor me tiro. si aparece David me tiro pero sonriendo, siempre creí que el amor sanaría todo el dolor que dejaron mis padres en mí al separarse pero ahora nunca nada es suficiente, hubo un tiempo en el que pensé que las drogas lo podían sustituir, pero solo es un placebo, el verdadero dolor es más fuerte que la química, es más fuerte que cualquier placer porque el verdadero dolor reside escondido en el amor.
Casi amanece, la gente comienza a desaparecer y yo tengo la esperanza de que Víctor ya no este
y de que David este en su casa con su amor haciendo las paces, no me atrevo a tirarme, no quiero ser un hermoso cadáver, moriré vieja y arrugada y mis gatos me devoraran.
Voy bajando las escaleras con miedo en el cuerpo, hay cuerpos tirados en el suelo, vidas borrachas y drogadas estorbando mi paso, me tropiezo con uno y me caigo, veo el rostro de David. casi cadáver, no hay vida en él, qué has hecho, intento reanimarle, intento levantarle, le tiro una copa en la cara, abre los ojos asustado, le tranquilizo y le digo:
“Sé que me has visto follando en el baño, puedo verlo en la forma que tienes de no mirarme, no te debo ninguna explicación y aun así te la voy a dar, tú te fuiste y vino él, él me ha jodido la vida
me destrozó y humilló, no sé porque pero el ser humano es capaz de enamorarse de una persona que ni le respeta ni le aporta nada y así nos va, me abrazó con sus garras, me susurró al oído con su fuego incandescente y me sentí débil y caí, sí, me lo follé y me viste, ahora supéralo y vámonos”
Se levanta, no dice ni una palabra, solo me coge de la mano y me dice que vayamos ¿A dónde? no lo sé ni me importa, solo sácame de una puta vez de aquí ¿Vale? Caminamos por el descampado, le paro, le miro y le beso, veo algo roto en su mirada, parece perdido, como si no supiera donde está, le digo que sé lo jodido que es no tener nunca paz ahí dentro, escuchar continuamente la máquina de escribir en tu cabeza, sentir la sed pidiendo que la sacies, que sabe que lo sé porque sabes que soy igual que él y sé que eso es lo que le asusta, que lo sé, porque a mí también me asusta.

Parte 6: David.

Bajo las escaleras cabreado, a veces me cabreo como un niño consentido cuando no tengo lo que creo que es mío, mi inmadurez es superlativa para mi edad, muy jodida la cosa, salí corriendo buscando un sitio donde vomitar, la angustia suele expulsar de mi cuerpo mis tripas, me pasa desde pequeño, vomito por toda la porcelana, me hallo tocando fondo y ni el funk me resucitaría.
Teresa me encuentra postrado sobre wáter, la baba cayendo por mi boca representa mi decadencia, yo no era lo que merecía esta bella mujer, yo no era lo que merecía mi especie, me levanta y me lleva a una habitación, sé que intenta salvarme, sé que siempre ha querido de mi esa parte, sé que algún día alguien que no sea yo la besara, que alguien que no sea yo la hará feliz, le dará mejores orgasmos y mejores momentos, sé que yo seré su último error antes de encontrar su mejor acierto, sé que algún día valorara su felicidad con alguien gracias a lo miserable que fui yo, sé que nunca me lo agradecerá y estoy de acuerdo con eso.
Me besa a la vez que baja mi bragueta, se pone de rodillas y besa mi polla, por un momento funciona la cosa, pero no me quito de la cabeza los gemidos de Dorotea, ni la suave boca de Teresa calma mi dolor, mi carne flácida, mi corazón flácido, su ego y mi ego flagelados, la triste guinda a un triste final, la aparto y le digo que se acabó, comienza a insultarme, le doy la razón en todo. me rompe verla así, debo irme, me voy, adiós, escribe sobre mí alguna vez y después, olvídame.
Deambulo por la fiesta en busca de la salida, pero siempre encontraba otra barra, si no fuera porque mi vida se derrumba esta fiesta sería la mejor de todas, me había traído una tableta de chocolate en el bolsillo, a veces lo hago por si me desmayo y necesito algo que meterme en la boca, al morder la tableta me doy cuenta de que el amor está muy bien pero de que al chocolate no te dan ganas de echarlo por la mañana.
Subo a la terraza, el sol me abofetea en la cara, cuando mis ojos recuperan su visión por los primeros rayos de sol, veo la silueta de espaldas de Dorotea en el bordillo donde la deje, me acerco lentamente, no quiero asustarla, no sé qué hace aún aquí, no sé qué decirle, me acerco a ella y le digo:
“Entristece ver más allá del huracán, en el fondo de tus azucarados labios
de una chica preciosa tan bella como trágica que atrae ese amor, ese dolor, esa alegría, esa pasión, esa tristeza y todo lo demás por el colador y no hay muerte ni enfermedad que te quiera salvar, por lo que cariño, dale volumen a la radio y bailemos como si fuera pecado
nos engancharemos a la eternidad, este será nuestro ritual, el amor es la ceremonia ritual que debemos bailar para acabar destruidos y nosotros nos sabemos todos los pasos, el talento nos ha pervertido y nuestro arte es todo lo que tenemos y a veces lo buscamos en rincones oscuros o en labios nocivos, dejando nuestros ojos difuntos, el aire arde en nuestros pulmones y las estrellas temblando retroceden, cuando despliegas tu soberbia figura, por las noches donde los dioses de la poesía te espían, vomitan espuma entre sus risas nerviosas cuando se te acercan y bailan para ti con sus esqueletos pero no con sus almas, y yo quiero que conversemos en horizontal, porque es romántico, y que al entrar en la habitación, estés tumbada en la cama, descalza, leyendo un libro, mientras te bebes una cerveza y suena “My funny valentine” porque es romántico…”
Me coge de la mano y nos vamos de allí. no dice ni una palabra. simplemente empezamos a andar y nada nos puede parar ahora, me agarra y me mira temblorosa me advierte:
Soy un desquiciante efervescente que se sumerge en tu copa y que te cuesta beber, la que se acuesta en tu cama pero se folla tu mente”

Parte 7: Fin. Dorotea y David.

Dentro de 13 horas:
El amor es solo dolor camuflado, lo sé, sé que no nos irá bien, sé que hemos elegido mal
pero también sé que nos veremos pronto, no lo podremos evitar, nos atraen los desastres, y tú
eres el más hermoso de todos, el amor es nuestro ritual suicida, y el amor es un acantilado y nosotros somos Thelma y Louis.

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