En mi país, no

En un mundo paralelo al nuestro, en un campamento de verano, un monitor reúne a varios niños y niñas alrededor de la hoguera para contar historias de miedo.
Monitor: A ver chicos, os voy a hacer una pregunta, Dani, por ejemplo, imaginad que se le quema su casa, él no quiere irse de su casa, nadie quiere dejar su hogar, sus orígenes, ¿Verdad? No al menos obligado, pues imaginad que a Dani se le quema la casa y claro, tiene que salir de ella corriendo porque si no huye pues muere él y su familia, ¿A qué vosotros le daríais cobijo? Pensad que un día a vosotros os puede pasar lo mismo, incluso puede que os haya pasado, y si os hayan ayudado, incluso aunque no haya sido así, decidme, ¿Le daríais cobijo?
Niños/as: ¡Sí!
Monitor: ¿Verdad? Es lo más normal del mundo, lo más humano del mundo, pues la historia que os voy a contar, es sobre un mundo dividido por clases, dividido por fronteras, incluso aunque os parezca una locura, dividido por el color de la piel, sí, no pongáis esa cara de asco, en ese mundo todo estaba dividido, había fronteras.
Niño 1: ¿Qué son las fronteras?
Monitor: Las fronteras son líneas imaginarias trazadas en el mapa de este mundo, que hacían que una persona fuera ilegal o legal en un sitio.
Niña 2: ¿Se puede ser una persona ilegal?
Monitor: En este mundo si, las fronteras dividían a los pueblos, a los países, y lo único que hacía era confrontarlos y separarlos, eso hacía que ese mundo, dividido porque cada uno miraba por lo suyo, pues fuese un completo desastre.
Niño 2: Me está dando mucho miedo ese mundo, señor.
Monitor: Pues ahora viene lo peor… En este mundo, en una de las partes más sensibles y perjudicadas por la destrucción que el hombre usa contra sí mismo, y por la avaricia, en un sitio donde el odio es prendido por otros países que se creen superiores, y terminados de aniquilar por esos hombres que se alimentan del odio generado para crear más terror y así poder imponer lo que consideran su doctrina, allí vivían niños como vosotros, padres y madres como los vuestros, abuelos y abuelas, mascotas, y los que sobrevivían a esa barbarie…
Niña 2: Por favor, no sigas… Me está dando mucha pena y miedo…
Monitor: Pues ahora viene lo peor… Estas personas, las que logran sobrevivir y como antes os he puesto el ejemplo, no quieren tener que huir de sus hogares, sus orígenes, pero tienen que hacerlo, por supervivencia, pues cada vez que iban a pedir ayuda a otro país, le decían “En mi país, no” y los metían en centros de refugiados, como si fueran humanos de segunda categoría esperando que hacer con ellos, como si fueran una carga, seres humanos que huyen de la muerte y a los que no se les daba la bienvenida, porque como os he dicho antes, el mundo se dividía en clases, fronteras, color de la piel, y si eres alguien extranjero, de una religión diferente a la tuya, si su color de piel es diferente y sobre todo, si no son de clase alta, porque en ese mundo existía el racismo, sí, pero el racismo estaba atado a la fortuna que tenía esa persona, pues entonces no eras bienvenido a su país… Ese mundo, existía, puede que exista, en un mundo paralelo al nuestro, y que haya gente sufriendo y perdiendo vidas, mientras otros se enriquecen y rechazan a quien necesita ayuda humana…
Niña 1: Pero… ¿Cómo es posible que haya un mundo donde  las personas discriminen a otras personas que huyen de la muerte, la pobreza y la destrucción?
Pues existe. Y yo tampoco lo entiendo. Aquella noche los niños se fueron a dormir asustados, durmieron todos juntos y con las luces encendidas, protegiéndose unos a otros, mientras en este nuestro mundo… Sigue existiendo gente que dice “En mi país, no”

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