(Entre paréntesis)

PARTE 1: Pizzas, canciones de Skunk D.F. y una terapeuta que me lleva la contraria.


<<Y todas las cosas que nunca te dije se retuercen en mi interior, se comen  mi corazón>> que dice la canción, y David iba con los cascos andando por la calle escuchando esa canción y se le escapó esa frase mientras esperaba a que el semáforo se pusiera en verde para él, las chicas más jóvenes que David le miraron y se rieron y vio como cuchicheaban. David se emociona con facilidad con la música, y hay canciones que en su estado no debería escuchar, el otro día fue a su terapeuta y le dijo: <<Verá, estoy pasando por un momento muy difícil, de esos que la comida no te sabe igual de buena porque tu mente está intentando bloquear pensamientos que apuñalan la sonrisa y entonces en la boca se queda un regusto como a bilis que ensucia y corrompe el sabor de la comida y tal, y claro, yo para distraerme salgo a andar o a correr y me pongo la música en aleatorio, y a veces suenan canciones con letras que te recuerdan cosas y claro, a veces tengo fuerza de voluntad, soy un muro, una roca más dura que antes, un guerrero entrenado en la más estricta rigidez y firmeza y soy capaz de pasar la canción hasta otra más inofensiva, pero oiga, hay días, que las piedras de muro se reblandecen, el cemento es barro, y todo se tambalea y un soplo de vienta y cae todo y dejo entrar los sentimientos y entran sin piedad, no te creas que vienen tocando a la puerta y preguntando si les parece bien, no, no, entran a patadas, navajazos, disparos, insultos, golpes bajos, se meten con mi calvicie, vamos, me ponen fotos de mis recuerdos y de mi dolor más insoportable en la cara y me obligan a mirar, si, si, y se follan todos esos pensamientos y recuerdos mientras me obligan a mirar, luego me escupen y se van y ahí me dejan, para que saboree toda la derrota y la humillación que me han obligado a presenciar, y ya da igual que suene otra canción que no me evoque nada, ya tengo la melodía y la letra picada a piedra y ya el día se echa a perder, y ya puedo cenar pizza que ni eso me alegra, y si no me alegra eso, yo lo siento, pero ya abandono todo tipo de esperanza, y a mí la esperanza es como la cerveza, que no falte o me hundo, y además me cabrea, porque yo estaba solo en casa, con mi pizza, y mis series, y no pude disfrutar de nada de eso, por la maldita canción, y odio desperdiciar esos momentos que tengo para mí, la vida es muy corta, y ese momento se fue y no vuelve, y yo quiero parar todo eso, ayúdeme, ayúdeme a ser más fuerte y que no me afecten tanto las cosas>>
Y ella, que le escuchó atentamente mientras él iba de lado a lado en la habitación, sin parar quieto y con sus espasmos típicos representativos de sus nervios, le dijo que se tranquilizara y que no podía ayudarle a no confrontar sus traumas y sus miedos, que debía escuchar las canciones y hacerse fuerte a base del dolor y aprender desde el interior de donde vienen todos esos problemas que tiene para solucionarlos y entonces ser más fuerte, pero no desde un caparazón, sino desde la valentía de afrontarlo todo con seguridad y firmeza y el pecho descubierto. David la miró sorprendido y le dijo: <<¿Y para eso te pago?¿Para que me lleves la contraria?>>. Pues sí, le respondió, y tenía razón.

PARTE 2: Granada es una ciudad preciosa, pero sin mi gente no vale nada.

David estaba muy solo por esa época, todos sus amigos se habían ido de la ciudad, vivía solo, que era su sueño, se levantaba y salía a correr, hacía ejercicio, se duchaba, desayunaba, leía un rato hasta la hora de comer, se echaba siesta, veía alguna película o serie, escribía y escribía, vamos, lo que el relacionaba con una vida parte perfectamente imperfecta, pero con el tiempo eso le fue envolviendo en una burbuja, ya no se relacionaba con nadie, solo hablaba con personas con Nick en vez de nombres, su sexo era imaginativo y creativo, sí, pero solitario, David siempre ha sido una persona más lista y creativa de lo que parece, pero es como una roca gigante plantada a principio de una rampa, siempre necesita ese pequeño empujón que al principio detesta pero que luego valora porque es lo que hace que arrase con todo con fuerza y determinación, y ya no tenía nadie, todos sus amigxs siguieron con sus vidas, se fueron, y él se quedó allí, estancado, sin nadie con quien beber en su patio, o nadie con jugar a la consola, o nadie a quien acompañar a casa y despedirse con un abrazo, todo ese tiempo pasó tan rápido, ahora mira atrás y se ha ido, y fue como un segundo, muy importante, mucho, imprescindible, pero un segundo (porque los buenos momentos se pasan volando), ya no está, y le dolía tanto que recordarlo era una tortura digna del medievo, el alcohol siempre fue su tapón, un fiel amigo que abofeteaba a cualquier recuerdo o imagen que pudiera imaginar que se acercara a molestarle, el que nunca falla, pero David era una persona de palabra, y le había prometido a alguien que no bebería solo y que no usaría el alcohol como remedio, y entonces usó el deporte como remedio, ya sabéis, esa mierda de sentirse mejor con uno mismo, liberar endorfinas, que corran libres por tu sistema y canten canciones para que bailes y te olvides de todo, y funcionó por un tiempo, pero se miraba en el espejo, y veía esos músculos crecer cada día y se decía a sí mismo: <<¿Me follarías? Yo me follaría>> bueno, eso se lo decía porque lo había visto en el silencio de los corderos y le hizo gracia, pero después de eso, se decía, todo esto no me llena, ya nada le llenaba, ni pensar que se preparaba para un hipotético futuro en el que estaría bien y todas las piezas del puzle encajarían y las fichas de dómino caerían formando un hermoso desorden, ya nada le llenaba y tuvo que buscar otras soluciones y así fue como descubrió el mundo entre paréntesis.

PARTE 3: Los abrazos son casa.

David no era muy de términos medios, o lo daba todo o se quedaba plantado en el hueco con forma de su cuerpo del sofá, y dado que nada le recomponía, que nada hacía que los sabores volvieran a su estado normal satisfactorio, se dijo, voy a evadirme, del todo, a llevarme al límite, a dejarme tonto, pero no tonto de ahora tipo sé que la taza de té quema y me da igual le pego un sorbo y me quemo la lengua, no, tonto tipo lobotomía, seré un zombi, un cuerpo errante que deambulará por la vida sin pena ni gloria, sin sentir nada, quizá alguna muerte en juego de tronos y poco más, pero se acabó.
Y cogió una bolsa de plástico, se la puso en la cabeza, cinta adhesiva para fijar la bolsa y se intentó asfixiar hasta casi quedarse sin aire, al principio se rendía enseguida, en cuanto notaba la falta de aire se quitaba la bolsa rápido, la destrozaba, y respiraba fuerte y se avergonzaba de sí mismo por no ser capaz de aguantar, hasta que una vez aguantó, el aire se extinguía, lo iba a lograr, su cerebro le pedía oxígeno y se lo negaba, durante esos momento no pensaba en nada, no había nada, era la nada en persona, hola nada, encantado, aquí estoy, déjame entrar en tu oscura ausencia de todo, le decía, y entonces de repente, cayó desmayado, por fin su ansiada ignorancia, su solución para todo ahora no era beber, era dormir, estar inconsciente, vamos mejorando, ¿No?
Se despertó y aún seguía con la bolsa en la cabeza, cuando pasó del asombro de estar vivo a pesar de haber caído con la bolsa boicoteando el aire que le mantenía con vida se arrancó la bolsa y cuando recuperó un poco la poca conciencia que tenía observó que en su habitación solo había paredes y una cama, no estaban sus libros, su escritorio, sus posters ni su ropa, ¡Me han robado mientras estaba inconsciente! Pensó y se echó las manos a la cabeza, de hecho estaba desnudo, tardó en darse cuenta pero estaba desnudo, salió corriendo al salón y nada, ni la nevera estaba, joder, ¿Cuánto llevo así? Se preguntó, su móvil no estaba, ahora tendría que averiguar cómo denunciar el robo, no tenía nada con que tapar su cuerpo desnudo, pensó en tocar a los vecinos, pensó en la primera frase, no se asuste, soy el vecino, me han robado, déjeme llamar a la policía, y después de un rato de prepararse para ello fue, tocó y tocó a la puerta pero no había nadie, tocó a todos sus vecinos y no había nadie, gritaba y nada, ya desesperado, salió a la calle, era de día, alguien tenía que haber en la calle que no saliera corriendo al verle, pero no había nadie, estuvo andando y andando por las calles de su barrio sin lograr encontrar ningún signo de vida, hasta las cacas de los perros habían desaparecido, fue a la comisaría ya le daba igual todo, le daba igual que le arrestaran, pero no había coches, no había nada, y él ya no sentía nada, ni siquiera eso le asustaba, simplemente andaba por las calles de Granada desnudo, todo el mundo era suyo y no sentía nada, la ciudad estaba tan vacía como él, no había comida por ningún lado, ni bebida, e incluso las calles lucían diferentes sin todos esos recuerdos que las adornaban, por fin había encontrado lo que quería, un mundo que le hacía estar entre paréntesis del mundo real, para volver a la vida real hacía lo mismo, la bolsa, la cinta, y a volver a sentir, pero cada vez era más asiduo a volver a aquel mundo donde nada importaba, David otra cosa no, pero en viciarse a algo rápido no le gana mucha gente, era su refugio, el mundo era suyo, pero David tiene una parte dentro que es lo que le hace ser tan kamikaze y que él quiere creer que forma parte de su encanto y es que siempre necesita sentir, busca la luz en cualquier oscuro zulo en el que se encierra, se boicotea a sí mismo en sus intentos de boicoteo, y se puso a correr desnudo por las calles, como un loco corriendo y aleteando con sus brazos y piernas y la boca abierta y la lengua fuera, y no sentía nada, en ese mundo no sentía nada y ni siquiera así sentía algo, y entonces sintió un ápice de pena y se fue a un bar, vacío de todo y de repente empezó a echar de menos no el alcohol de esas estanterías si no los recuerdos que acompañaban a esas barras de bar, no podía recordar nada porque eso le dañaría, empezó a echar de menos las caminatas y sus charlas y esos largos abrazos que reconocía entonces como refugio del mundo, y de repente la tierra empezó a temblar, salió fuera asustado y vio como todos los edificios se desmoronaban, las calles se abrían, aquel mundo desaparecía antes sus ojos y de repente volvió en sí, estaba en su cama de siempre, los libros estaban en su sitio, la lámpara, la ropa, los posters, las fotos, las canciones en su móvil, y todos esos sentimientos e imágenes que le golpeaban y le devolvían a una realidad dolorosa y solitaria por primera vez le hicieron sonreír, ¿Qué sería yo sin todo eso? Os necesito en mi vida, os quiero en mi vida, elijo teneros.
Se dijo, y por primera vez en mucho tiempo era él quien tenía razón.

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