Fracasar en todo lo
que haces no es fácil, se requiere un esfuerzo más grande de lo que la
gente piensa, los triunfadores lo tienen fácil, consiguen cosas, saben
que si luchan tendrán recompensa, los perdedores somos los verdaderos
optimistas, porque lo intentamos y lo hacemos, pero siempre tropezamos o
tiramos o rompemos algo y todo se jode. ¡Pero ahí seguimos! En estas
cosas pienso mientras me pongo las zapatillas para salir a correr,
siempre empiezo la semana con energía, quiero comerme el mundo, ser más
fuerte, sentirme más seguro de mí mismo, alcanzar los objetivos que me
pongo, pero pasan los días y mi perseverancia se difumina. Ya no tengo
un cuerpo diez, tendré que reforzar mi cerebro, nunca fui bueno
atendiendo a gente que me decía que hacer, me gusta aprender solo,
aprendo solo todo el rato, si quiero ser un buen escritor primero tengo
que tener temas de los que escribir, ¡Vivir! Pero no tengo muchos
recursos para viajar mucho y tampoco muchos amigos con los que hacer
cosas… Así que salgo a pasear y donde me lleve el día, me dejo llevar
como un diente de león por el viento, no decir no, atravesar la jungla
con el cuchillo entre los dientes y enfrentarme a la naturaleza con mis
manos, y mis piernas y mi ingenio, pero me canso de andar y dar vueltas
observando a la gente como un bicho raro y me meto en un bar a observar a
la gente como un bicho raro pero bebiendo. Observar es un proceso de la
escritura, estar atento a los detalles que nadie ve, ver el más mínimo
hilo suelto del comportamiento social que te rodea y localizarlo y
examinarlo, y llevarlo a tu territorio, hacerlo tuyo, resolverlo en tu
cabeza, juntar las piezas y observar la imagen entera por fin completa y
decirme «buen trabajo hijo, buen trabajo» y luego bajo la mirada veo la
cerveza con la etiqueta despellejada y doy otro trago, y otro, y otro,
porque no quiero pensar, el trabajo de un escritor es pensar, todo el
rato el engranaje en funcionamiento, el sonido de la vieja máquina de
escribir dentro tejiendo palabras que algún día encontraran su traje o
vestido y lucirán bellas y bellos en el desfile de los ojos de quien se
atreve a leerme, pero ¿Y si no quiero pensar? Oh no, he dejado de hacer
cosas y ahora estoy pensando, ¿Qué hago? Debería haber escrito ya tres
libros, una novela y haber publicado todos mis relatos, debería ser más
gracioso en mis textos, tener más variedad, debería hacer importante con
mi vida, dejar huella, ¿Y si muero mañana? Soy muy torpe y despistado,
puede pasar.
Miro a una chica, es guapa, o no, es resultona, no entra en los cánones habituales pero tiene algo que me gusta, creo que es que no sabe que es guapa, o resultona, o puede que sea porque me ha mirado y necesito cariño, o puede que haya mirado a la camarera que está detrás de mí, pero agacho la mirada, últimamente el sexo me resulta incómodo, cuando veo escenas de sexo en las series o películas quito la mirada, sé porque lo hago, pero no voy a pensar en eso tampoco, voy a seguir bebiendo, pero entonces veo que no me miraba a mí efectivamente y otro pensamiento me viene a la cabeza.
¡Ninguna mujer me ha querido desde hace una década! Pero ¿Cómo? Si parezco un tío encantador y agradable y atento y gracioso, pero sólo soy un escritor graciosillo que no deja su huella en el mundo, vale, voy a salir a correr, no quiero pensar más, salgo a correr en mitad de la noche hacía mí casa, música a toda pastilla, salto esta canción que me recuerda cosas, sigo corriendo, soy una máquina de correr, mi cuerpo se hizo para correr, era el más rápido en el colegio, en el Instituto, soy una flecha apuñalando el aire, pero no soy muy bueno aguantando correr, tengo unos pequeños pulmones (que compenso con entusiasmo) pero no esta vez, llego a casa cansado, me he cansado a mí mismo como se hace con los niños chicos para llegar y dormir y no pensar, pero de repente cuando me quedan los últimos pasos antes de llegar a casa y con mi aliento expulsándose de mí bruscamente por el esfuerzo que acabo de hacer al subir la cuesta de mi casa corriendo para no pensar, pienso en las cosas que he conseguido al no esforzarme y las que no al esforzarme, cuando era pequeño me esforzaba en tener amigos y me rechazaban, luego pasé y como si nada vinieron los mejores amigos que alguien puede tener, y ellos se esfuerzan más que yo en ser buenos amigos, con las chicas cuando no me ha importado lo suficiente alguien, cuando no me he esforzado por conseguir su cariño, su aprecio, lo he tenido, ¿por qué?, y sin embargo si me esfuerzo, si lo doy todo nadie se quiere quedar conmigo… Si me esfuerzo en querer escribir algo siempre acaba no convenciéndome, sólo cuando lo hago despreocupado, alocado y desmedido sin pensar lo que siento y digo me sale algo que me convence y convence, entonces, ¿Cuál es mi verdadera naturaleza? ¿Cómo no voy a luchar por algo que quiero? ¿Debo quedarme parado y ya está? ¿Y si así lo pierdo todo de todas maneras y me quedo con la sensación de no haber hecho nada? Yo siempre prefiero perder que la duda, por eso siempre lo doy todo, por eso acabo de volver a casa corriendo sin aire en los pulmones para no pensar en nada más que en conseguir respirar.
Me quito la ropa y saco el móvil, lo he tenido desbloqueado, casi llamo a mi madre y comparto algo en Facebook que no me interesa, bloqueo el móvil y miro la hora, vaya, se ha cambiado la foto del móvil, antes estaba la portada de mi libro, ahora hay flamencos… Es curioso, te puedes pasar el día intentando obviar lo que sientes, bloquear los flashes que golpean tu cabeza, pero de una forma u otra vuelve a ti, y me sorprendo a mí mismo sonriendo, llevo el día intentando negar lo que siento como si fuera algo malo que debo sacar sólo porque no es correspondido, pero de eso no se trata esto, nunca lo fue, ella me hace plantearme cosas, cosas que sé pero que ella como nadie escarba en mí, y quiero ser mejor desde que la conozco, y ella no lo sabe pero lo soy…
Ya ves, me puedo pasar el día intentando bloquear cosas, y luego mi torpeza intrínseca me vuelve a ti, por eso los flamencos siguen en mi pantalla, para recordarme que no puedo evitar lo inevitable, y que tienes unas piernas largas que me encantan.
Miro a una chica, es guapa, o no, es resultona, no entra en los cánones habituales pero tiene algo que me gusta, creo que es que no sabe que es guapa, o resultona, o puede que sea porque me ha mirado y necesito cariño, o puede que haya mirado a la camarera que está detrás de mí, pero agacho la mirada, últimamente el sexo me resulta incómodo, cuando veo escenas de sexo en las series o películas quito la mirada, sé porque lo hago, pero no voy a pensar en eso tampoco, voy a seguir bebiendo, pero entonces veo que no me miraba a mí efectivamente y otro pensamiento me viene a la cabeza.
¡Ninguna mujer me ha querido desde hace una década! Pero ¿Cómo? Si parezco un tío encantador y agradable y atento y gracioso, pero sólo soy un escritor graciosillo que no deja su huella en el mundo, vale, voy a salir a correr, no quiero pensar más, salgo a correr en mitad de la noche hacía mí casa, música a toda pastilla, salto esta canción que me recuerda cosas, sigo corriendo, soy una máquina de correr, mi cuerpo se hizo para correr, era el más rápido en el colegio, en el Instituto, soy una flecha apuñalando el aire, pero no soy muy bueno aguantando correr, tengo unos pequeños pulmones (que compenso con entusiasmo) pero no esta vez, llego a casa cansado, me he cansado a mí mismo como se hace con los niños chicos para llegar y dormir y no pensar, pero de repente cuando me quedan los últimos pasos antes de llegar a casa y con mi aliento expulsándose de mí bruscamente por el esfuerzo que acabo de hacer al subir la cuesta de mi casa corriendo para no pensar, pienso en las cosas que he conseguido al no esforzarme y las que no al esforzarme, cuando era pequeño me esforzaba en tener amigos y me rechazaban, luego pasé y como si nada vinieron los mejores amigos que alguien puede tener, y ellos se esfuerzan más que yo en ser buenos amigos, con las chicas cuando no me ha importado lo suficiente alguien, cuando no me he esforzado por conseguir su cariño, su aprecio, lo he tenido, ¿por qué?, y sin embargo si me esfuerzo, si lo doy todo nadie se quiere quedar conmigo… Si me esfuerzo en querer escribir algo siempre acaba no convenciéndome, sólo cuando lo hago despreocupado, alocado y desmedido sin pensar lo que siento y digo me sale algo que me convence y convence, entonces, ¿Cuál es mi verdadera naturaleza? ¿Cómo no voy a luchar por algo que quiero? ¿Debo quedarme parado y ya está? ¿Y si así lo pierdo todo de todas maneras y me quedo con la sensación de no haber hecho nada? Yo siempre prefiero perder que la duda, por eso siempre lo doy todo, por eso acabo de volver a casa corriendo sin aire en los pulmones para no pensar en nada más que en conseguir respirar.
Me quito la ropa y saco el móvil, lo he tenido desbloqueado, casi llamo a mi madre y comparto algo en Facebook que no me interesa, bloqueo el móvil y miro la hora, vaya, se ha cambiado la foto del móvil, antes estaba la portada de mi libro, ahora hay flamencos… Es curioso, te puedes pasar el día intentando obviar lo que sientes, bloquear los flashes que golpean tu cabeza, pero de una forma u otra vuelve a ti, y me sorprendo a mí mismo sonriendo, llevo el día intentando negar lo que siento como si fuera algo malo que debo sacar sólo porque no es correspondido, pero de eso no se trata esto, nunca lo fue, ella me hace plantearme cosas, cosas que sé pero que ella como nadie escarba en mí, y quiero ser mejor desde que la conozco, y ella no lo sabe pero lo soy…
Ya ves, me puedo pasar el día intentando bloquear cosas, y luego mi torpeza intrínseca me vuelve a ti, por eso los flamencos siguen en mi pantalla, para recordarme que no puedo evitar lo inevitable, y que tienes unas piernas largas que me encantan.
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