Gato callejero

Y a continuación los pasos necesarios para convertirse en un gato callejero.

Paso 1: Escuchar la nana de The Cure.

Antes de que todo pase, antes de que sea hora de vagabundear y pedir limosna a las musas, me refugio de las bombas atómicas que caen fuera aquí, en mi refugio nuclear, bajo las sabanas, donde nada malo me puede pasar, menos cuando dejo la noche anterior plantadas semillas para que al día siguiente me crezca la resaca, y joder, anoche me lo tuve que pasar muy bien, porque hoy soy dueño de una resaca digna de condena de muerte, no recuerdo ni como me quite las lentillas, ni si al potar acerté en el water, no me atrevo a levantarme, bebo un largo trago de agua, siempre dejo un vaso de agua al lado para las mañanas resacosas, a veces tengo espasmos de lucidez para mi beneficio particular.
Llevo días sin escribir, mamo de la teta de la inspiración pero está seca, es lo único que tengo para ofrecer y me siento prescindible cuando no tengo líneas sucias que me laven la cara, cuando mi romanticismo nostálgico no se expresa, me ahoga y me vuelvo insoportable, me pongo de mal humor cuando estoy de parto pero mis bebés no quieren salir, pero una vez suelto a mis crías, soy la persona más feliz del mundo, doy asco de lo feliz que soy.
Hace unas semanas empecé a escribir sobre un chica que se enamoraba de un joven aficionado escritor, no se fiaba de él, por todas las camas que aparecían en sus textos, por lo mal que le hablaban de él, había estado con muchas chicas, decían, solo se enamora de quien no debe, decían, es un vago, un perezoso sin más ambición que follar, beber, dormir y escribir, decían, y aun así ella seguía queriéndole conocer, quizá le gustaban sus gestos, o el conocer a la persona que era detrás de sus textos, o su manera de aparentar no parecer impórtale nada y reírse de todo, pero ella tiene miedo, porque sabe que él siente que no merece tal amor, porque nunca le han demostrado que se lo merece, y eso le hace comportarse a veces como un suicida de emociones, hasta que se queda solo.
No consigo ponerle un final, y esta resaca no ayuda mucho, siento el cuchillo entrando lenta y melancólicamente en mi cráneo, solo quiero taparme con las sabanas, ponerme los cascos y escuchar algo de música que amanse la fiera resaca que me ataca.
Y es que hay mañanas en las que el mundo se convierte en una nana de The Cure.

Paso 2: Pasear por la galería de cuadros.

Reúno el poco valor que me queda, y salgo de la cama, llueve fuera, mejor, así me quedo en casa, ahora mismo no soportaría que me tocara un rayo de sol, me subo en la encimera y le subo el volumen a la música.
Mi retina es una galería de cuadros, y hay canciones u olores que pueden llevarme ahí dentro en un instante, me paso a ver los cuadros y veo los momentos enmarcados de mi vida, me paso a ver los cuadros feos, feos recuerdos llenos de bichos y monstruos abriéndose paso a través de la carne muerta de un cadáver deshidratado de ilusión, me acerco a uno de los cuadros, yo también he asesinado corazones a golpes usando las tapas de los libros y no he mirado atrás mientras se desangraban, he sido jodidamente frío y en el cuadro aparece un corazón aplastado en la nieve, un libro manchado de sangre y mis huellas al irme.
Me acerco a otro de los cuadros, hay una cerveza apoyada en la espalda de una chica y dos manos, una que aparece de detrás y otra que aparece de delante cogiendo la cerveza, me parto de risa durante un rato, al recordar la noche más loca de mi vida. Sigo dando vueltas, buscando algo que haga encender la chispa, venga David suéltate coño, haz lo que haga falta, siempre haces lo que haga falta para escribir, no existen límites, tu que subconscientemente eres capaz de destruirte, lo sabes, tú que disfrutas de la soledad, lo sabes, entra donde las garras te destripan y se abren paso abriendo tus costillas, tú puedes cabrón, todos necesitan una voz, los perdedores también, venga escribe cabrón, atrévete a mirar el cuadro que más miedo te dé, abre los ojos y míralo atentamente, no pestañees, y eso iba a hacer, pero me dio una sed tremenda, salí de allí y me abrí una cerveza, mi sed suele ser exigente, y yo le suelo dar todos los caprichitos que me pide.

Paso 3: Equivocarse de persona.

Me cuesta comer por culpa de la resaca, apenas unos pocos bocados para poder nutrirme bien y tener algo de fuerzas para sostenerme y se acabó, me termino otra cerveza y me tumbo esta vez en el sofá, cierro los ojos con la esperanza de que la resaca haga las maletas y se vaya para cuando me despierte, no me dejes ni una nota de despedida, zorra.
Me despierto y no tengo resaca, ya es de noche y voy a salir a celebrarlo, me ducho, hago de vientre antes de salir, abro mi libro de Bukowski, leo una historia sobre una señora que hacía sombreros que acoge a Bukowski cuando no tiene donde caerse muerto, le hace de comer y le da una cama y un techo.
Con ella echa uno de los mejores polvos de su vida, todo en la casa le pedía que se quedara, pero aún así se fue, y le dejó esta nota “Marie: te amo; eres muy buena conmigo. Pero debo irme, no sé exactamente porqué; estoy loco supongo. Adiós”
Huelo su ordinaria locura en cada palabra que leo suya, paro de leer, ya es hora de irse, debe haber alguna barra de bar que me necesite como yo la necesito a ella, por fin algo de amor correspondido.
Elisa: Y tú, ¿De dónde sales?
David: A ti te voy a decir mi escondite
Elisa es la relaciones públicas del bar en el que tengo el culo sentado y siempre que me veía me dice eso y yo le respondo lo mismo, esta noche no tiene mucho trabajo y se pasea por la barra hablando con cada chico que llega, yo me quedo y eso decanta la suerte a mi favor, el camarero nos invita a unos chupitos antes de cerrar y ella y yo nos paramos justo en la puerta, me dice que vive justo en frente y antes de besarme suelta un condescendiente: “Total, no hay nada mejor que hacer” yo la beso también, estoy demasiado borracho y cachondo y ella me excita como para olvidar el comentario por unos minutos, pero no lo olvido, subimos a su casa, nos quitamos la ropa, nada de arrancárnosla, cada uno la suya, nos metemos en la cama y esas palabras resuenan en mi cabeza, su perro se sube encima de la cama y ella le dice: “Fuera de la cama, que tengo visita, que ya sabes cómo es tu madre” no consigo empalmarme, ¿Esta mi polla intentando decirme que tenga un poco de dignidad y que me vaya de allí? Creo que debería hacer eso, pero ella baja y se mete mi verga en la boca hasta callar las voces que le decían a mi polla que hoy no despertara, me la pone dura y me subo encima de ella, comienzo a follar con ella duro pero me dice: “No, me gusta que me lo hagan lento, muy lento” Vale, comienzo a ir lento, empiezo a pensar que debería buscar contactos en chats de necrofilia, “Más lento” Me reclama cada vez que empujo fuerte, aun así me corro, me corro en sus pechos, ventajas de ser hombre, nos corremos sin necesidad de disfrutar el polvo, es una mierda en realidad por la sensación que deja después, que también sufrimos joder, o seré yo que soy gilipollas, se limpia, dormimos y a la mañana siguiente, portazo en la cara y un “Ya nos veremos”

Paso 4: Golpea el saco de boxeo.

Vuelvo a casa arrastrando los pies, por el camino me da mucho tiempo a pensar, a pensar en mis personajes, quizás se merezcan un final feliz, por una jodida vez, que él deje sus miedos infantiles de lado y que ella le elija a él, que él se sienta querido por primera vez en años, que ella reciba lo mejor de él, que se necesiten y se tengan, como compañeros, porque cuando se enamoran lo dan todo y más, porque no hay otra forma de amar, quizá les de ese final feliz, y así me alejo un poco de mi realidad.
Meto la cabeza debajo del grifo, agua fría, tengo que comprar butano, me preparo una taza de té verde y me siento delante del ordenador, tomo aire, voy a saltar al ring, a boxear, todos los días aunque no lo note, me estoy preparando para esto, para esta lucha, todos los días, aunque este rumiando en la cama, muriendo de resaca, sentado en el water, bebiendo, follando, haciendo un sudoku, masturbándome, equivocándome, cortando cebolla, saliendo a buscar trabajo, atisbando debajo de las faldas de las damas, sufriendo, amando, todo son golpes al saco de boxeo para prepararme para esto, para escribir, para la lucha, así me paso la vida, dándole al saco de boxeo, aunque luego vuelva lleno de moratones, magullado y con los huesos rotos, me volveré a levantar y seguiré peleando, aunque nadie vitoree mi nombre, y seguiré golpeando y golpeando, sonriendo, porque disfruto de la lucha, porque es la única manera que tengo de sentir.
Y es que yo también, cuando me enamoro, lo doy todo y más…
Y así amigos míos, es como acabas convirtiéndote en un gato callejero, en un merodeador de historias, en una solitaria alma que ronda las calles de noche, de los insatisfechos que si metes en una acogedora casa echan de menos la vida fuera y viceversa, quizá es hora de que acepte mi destino, nací gato callejero y aquí es donde debo estar. Sólo, pero siendo querido acariciar por mucha gente.
Siendo escritor.

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