Si ya sabes como me pongo...



No voy a negarlo, siempre he sido un tipo carismático, alegre, buen conversador, atento, educado, encantador, soy ese tipo de persona que puedes llevar a cualquier tipo de reunión sea del ámbito que sea y me se amoldar como un camaleón al paisaje.
Pero esta noche voy a conocer a las amigas y amigos de mi novia, si, tengo novia, sé que os extraña, mi habilidad social no está incluida en los caracteres de una relación romántica, soy bastante torpe, bastante bocazas, puede que quieras besarme y al segundo querer arrancarme la cabeza o viceversa. Y aunque las mayorías de mis cagadas suelen ser proporcionadas por mi mencionada antes bocaza, fijaos si es grande que la he tenido que mencionar dos veces, o por mí torpeza intrínseca, o por pensar que estoy haciendo algo que no afecta a la otra persona porque a mí no me afectaría, a pesar de eso, sé que no hago las cosas con maldad, pero entiendo que la gente no tenga que tener siempre paciencia conmigo.
Aún así, aprendo rápido, unas cosas más que otras, pero siempre aprendo, intento mejorar, y supongo que sí se sabe esperar te puedes encontrar con una versión de mí lo suficientemente buena como para quedarse, como para incluso sacarme en sociedad y exponerme a las opiniones de sus seres queridos, y digo supongo porque es la primera vez que me pasa en mucho tiempo y había olvidado lo que era que alguien se quisiera quedar por quien soy.
Y ahora en realidad viene la parte más fácil para mí, caer bien a sus colegas, eso para mí es pan comido, deslumbro simpatía, derrocho encanto, se me da bien contar historias, es lo que hago encima del escenario, escucho y pregunto (aunque eso de preguntar me lo enseñó ella), todo está estudiado y mecanizado para que la noche sea triunfal y al llegar a casa le escriban y le digan, “Buen compañero el tuyo”, “¡Que gracioso es!”, “Se nota que está coladito por ti, como te mira”, “Vaya culo tiene, daos caña esta noche”, bueno, en eso último me he pasado, pero soy una persona optimista, pero entonces, ¿Por qué estoy tan nervioso?, de repente me sudan las manos, creo que huelo mal aunque me acabo de duchar y echar desodorante, ninguna ropa me queda bien, soy feo y mi madre no me quiere, no sé, de repente todo se vuelve del revés, ¿Será que en realidad este terreno es diferente para mí? Puede que sea que estoy acostumbrado a relacionarme en la selva social con soltura porque en realidad no me importa lo que piensen, pero ella me importa, y no puedo negarme que me importa que piensen de mí, porque quiero formar parte de su vida y esa gente está en su vida, ¿Y si me paso de listo? ¿Y si digo un comentario fuera de lugar? ¿Y si hablo demasiado sobre series? ¿Y si pillan que no he leído uno de los libros de los que hablan pero dije que sí por hacerme el guay?
Venga joder David, tranquilo, lo harás bien, a ella le gustas, tú te caes bien, sé tu mismo, es fácil.
La cena va bien, hago un precioso y gracioso brindis por el momento especial de conocerles, las conversaciones son fluidas, hay risas, me siento como si les conociera de toda la vida y creo que también les pasa, incluso la he pillado mirándome orgullosa, que sensación más jodidamente rara, y maravillosa.
La noche fluye río abajo, las cervezas corren garganta abajo, sin embargo todo está en lo más alto, y surge un momento en el que se forman pequeños grupos que incluso van rotando mientras las conversaciones no paran de un lado a otro, llega el momento en el que estoy con una de sus mejores amigas y uno de sus mejores amigos y tras un rato hablando y riendo, un silencio nos aprisiona en la esquina de aquel bar, hago una rápida observación y todos los demás grupitos siguen a lo suyo, pero aquí estamos callados, él es abogado, al parecer uno muy bueno que está despuntando mucho pese a su juventud, ella es psicóloga y también pese a su juventud ya tiene una consulta y una lista amplia de clientes, yo soy un simple escritor y presentador que se gana la vida como puede, no voy a negar que me siento un poco intimidado, nunca suelo estarlo, como dije, tengo la capacidad de acoplarme a cualquier estatus social, eso es evolución, puedo estar en cualquier escalón y no parecer un intruso, pero de repente me empecé a acojonar, empezaron a hablar entre ellos, de cosas de abogacía, de cosas de psicología, y yo escuchaba y asentía, de repente estaba en blanco, nervioso, casi sudoroso, y mis aportaciones a la conversación no eran muy alentadoras para mejorar la situación porque decía cosas muy simples que pensaba que cualquiera podía decir, y entonces seguían, como si mi aportación fuera una mosca apartada rápidamente por el parabrisas, ¿Me estoy sintiendo pequeño? ¿Me estoy sintiendo menos que está gente que se ha tenido que preparar tanto para llegar a donde está? ¿Me he preparado yo alguna vez tanto para ser escritor y presentador? Lo dudo, quizá por eso estoy nervioso, quizá vea que soy un don nadie que no se ha esforzado lo suficiente y que por eso no puede salir todos los días, porque puede que ahora mole pero ¿Y si me quedo estancado aquí y ser un escritor de medio pelo no es suficiente para ella? (Lo de medio pelo es una frase hecha, ja ja, soy calvo, lo sé).
Todos esos pensamientos taladran mi cabeza en este instante mientras intento no parecer que me estoy excluyendo, que no presto atención, no sé, quizá es porque siempre me han insistido en la diferencia de clases y aunque siempre llevaba la contraria a eso, es como que ahora me está afectando todas esas palabras que alguna vez me han dicho sobre no ser suficiente, sobre tener que conformarme, sobre que haya personas de diferente escala, nunca he creído en eso, pero lo estoy pensando ahora mismo de mí ¿Por qué? No lo sé, pero está pasando en el peor momento. De repente un silencio, quizá sea mi baza para iniciar un tema que pueda manejar con esta tontería que llevo encima, veo que tienen tatuajes y les pregunto por ellos, no se me ha ocurrido nada mejor, así les conozco, así ven que tengo interés, así les hablo yo de los míos y me conocen más. La conversación parece funcionar, hablan de sus tatuajes con entusiasmo, yo les cuento las historias de los míos, les encanta, todo bien, hasta que otro silencio aparece apuntándonos a las caras, tomamos unos sorbos de cerveza, nadie habla, joder, nadie habla, vale voy a hablar yo:

“Jaja recuerdo que cuando me hicieron el tatuaje de la pierna, tenía dieciocho años recién cumplidos, y había una secretaria que era muy guapa y estaba fuera, y a mí me estaba doliendo muchísimo, apretaba los dientes, mordía los cordones de mi sudadera, pero cuando entraba ella me hacía el duro, así en plan machote, luego se iba y otra vez quejido hondo, volvía y me hacía otra vez el machote, y así, jaja”

Y el silencio se hizo largo, pesado, aplasta nuestras cabezas hasta dejarlas machacadas en el suelo, nadie dice nada, creo que se miran con cara rara no lo sé porque yo estoy intentando meter la cabeza por mi camisa como si fuera una tortuga, o como un flamenco intentando meter la cabeza bajo tierra, ¿Por qué conté esa historia que me hacía quedar como un capullo que se tenía que hacer el macho para gustarle a una chica? ¿De dónde vienen todos estos complejos que me hacen primero hacer eso y luego encima tener que contarlos cuando me siento incómodo y menos? ¿y por qué tienen que pagar mis relaciones con los demás esos complejos? Si yo no he sido macho en mi vida ni lo quiero ser, bueno, la historia es verdad, maldita sea esa presión de tener que ser machos, maldito yo por caer y sobre todo maldito yo por contarlo. No lo sé arreglar, la noche sigue normal, pero esa situación me sigue persiguiendo, creo que está noche no se me va a levantar. Hoy le voy a caer mal a todo el mundo. También a ustedes. ¿Verdad?

Comentarios