Te odiaré toda la vida

Acto 1: La parte en la que no te conocía.

Dejábamos que la cera de las velas se fundiera poco a poco, le gustaba provocarme, incitarme, castigarme para después satisfacerme, eran días de terciopelo, me tapaba los ojos, me susurraba al oído lo que me iba a hacer y mi piel se entumecía, inhalaba el aire con brusquedad, respiraba fuerte, <<Shh esto te dolerá, pero luego sentirás placer, ya verás, llegarás a los dos extremos>> me decía, derramó sobre mi pecho toda la cera aún candente y mientras yo apretaba los dientes y me retorcía de dolor, abrazó mi polla con sus labios paseando su lengua de arriba a abajo, y justo antes de correrme le daba más fuerte, podía sentir las venas hinchadas rozando sus finos labios, jadeaba de placer, parecía un animal experimentando algo divino que no comprendía.
A veces le gustaba meterse en la bañera y me llamaba, se desnudaba y deslizaba su suave piel sobre el mármol, cuando llegaba me pedía que me quitara la ropa lentamente mientras se tocaba, me quitaba la chaqueta, los pantalones, toda la ropa mientras la oía gemir, mientras la veía contonearse dentro del agua.
Me metía en la bañera con ella y hundía mis manos en el agua, buscándola, encontrándola, saboreándola con las yemas de mis dedos, ponía su boca cerca de mí oreja y me pedía que le metiera más dedos, echaba la cabeza hacía atrás, dejándose llevar por el momento, me pedía que dejara caer mi saliva en su boca, bajaba su mano y me apretaba con fuerza los testículos, “Eres preciosa, tu belleza es soberbia, insultante” le dije, “Bésame el cuello y dame las gracias por golpear tus huevos” me contestó, soltó una carcajada cuando lo hice y cayó relajada hacía atrás, sus comestibles dedos de los pies se retorcían mientras la explosión corría por sus venas, luego me daba un beso y moríamos abrazados hasta el día siguiente.

Todo empieza con unas miradas, con una forma sutil de empezar la partida, me hacen jaque mate y me ganan, todo es jolgorio, alegría y un buen humor que anula todo lo que atrás me haya dañado, acabamos bebiendo unas copas, ríe y me traslada su alegría, es un encanto, muy juvenil, somos un bulto precioso entre las mantas que se esconde de todo lo desagradable que hay en el mundo, y se remueve y grita de placer y estrangula a la tristeza.

A veces le vienen pajas mentales, idas de olla, paranoias, y entonces es cuando saco mis huevos a relucir, cansado de ser vilipendiado por todos lados, me quedo colgado de una ambigüedad profunda.
Porque en el fondo se porque ella me atrae, porque es indefinible, exótica, por el hecho de que en su fundamento, ella representa el desconcierto de quien realmente soy, y eso duele, y a las mentes resquebrajadas como la mía atrae…
Un día decidió cansarse de mí, decidió que todo lo que le gustaba de mí ya no le gustaba y se dio cuenta de que no podía cambiarme y de que en realidad nunca me quiso por quien era si no por quien pudiera llegar a ser, por mi potencial, por mi estúpido y decepcionante potencial.

Lara: Lo que me jode de ti es que eres capaz de representar la ingenuidad infantil con tanta maestría como puedes llegar a interpretar el cinismo derrotista, siempre riéndote de todo incluso cuando por dentro estás llorando, nunca sé lo que realmente te pasa y no te tomas las cosas en serio

David: Joder, lo que menos necesito ahora es basura new age reventándome las neuronas, ya deberías saber cómo soy, me gusta expresar el dolor a través de la risa.

Lara: Sí, se lo que eres, eres un vago que solo se dedica a escribir líneas obscenas y desvaríos varios y que sueña con poder vivir de eso pero no hace nada para conseguirlo, estás en el camino de convertirte en un agujero negro de caos, lo único que haces es emborracharte para sentarte a escribir, si se puede llamar escribir a eso, más bien eres un vomitador de esencias mal olientes.

David: Joder, hablas de mí bebiendo como si fuera un vicioso.

Lara: Yo sólo digo que detrás de cada vicioso hay una necesidad de afecto y que te has convertido en un pobre profeta de bar.

David: No sé, supongo que pensaba que te gustaba como era, que lo que nos unía era que tú y yo no somos ajenos a la miseria, ¿Y cómo qué no hago nada? ¿No cuenta todas esas cosas que hago por ti?

Lara: Claro que cuentan… Eres muy dulce y me encanta como me tratas, pero no es eso…

David: Si bueno, no necesito que me digas más, no soy gilipollas, las caricias no acaban cuando las interrumpe el acariciador, sino cuando el acariciado deja de sentir sus ecos.

Esta vez ni las palabras pueden consolar a estos ojos vidriosos.

Y ahora estoy en un dulce y aprovechable momento de pesimismo, me camuflo con el color de la noche y me escondo de la luz del día, rocío de whiskey mi lengua y lamo mis heridas, escribo basura no comestible en el ordenador, me limita mi poco talento y mi poca ambición, facultades poco atractivas para el público femenino.
Parece que la razón por la que me gusta estar jodido y disfruto de esto, es que en el fango, en la naturaleza de mi propio espíritu, saco lo mejor de mí, aunque eso llegue a ser deprimente, pero parece que me gusta estar jodido porque así veo lo triste menos triste.

Y pasan los meses y no hago otra cosa que escribir, beber y golpearme la autoestima.

Yo solo quería escribir sobre el amor que sentía o que siento, pero es demasiado doloroso y es que cuando lo das todo corres el riesgo de quedarte con nada, pero de eso trata el amor, dar sin esperar nada a cambio, luego no me puedo arrepentir, luego no puedo ser un gilipollas, no puedo menospreciar lo que me ha hecho sentir porque no me haya querido.
Pero la imagen de la felicidad se fue con esos labios, y aquel perfume me persigue para recordarme que ya no estás conmigo.
Y desde aquel día me hice una promesa, me miré al espejo y me dije <<Me odiaré toda la vida>>

Acto 2: La parte en la que estoy a punto de conocerte.

Ser escritor requiere sacrificios, y mi primer libro <<Mataré a todos tus ex por ti>> ya estaba publicado, después de un parto largo y doloroso lo tenía en mis manos y mi alma se no cabía en mi cuerpo, ahora tenía que disfrutarlo, dejar el dolor y la esperanza que había en el libro atrás y dejarme llevar hacía donde me llevara la ola de mi éxito, dejad que los aplausos me masajearan la espalda, que las palabras aduladoras me lamieran el cuello y volver a casa cada noche levitando sobre mi propio ser, sobre todos vosotros… Me lo merezco todo, todo ese desencanto que había pasado tenía una recompensa, me lo merecía todo, hasta que un día, me merezco más, me merezco mucho más, quiero más, quiero lo que otros con menos talento que yo tienen, quiero salas llenas, quiero que paguen por verme, quiero diez mil retweets y buscarme en google y encontrar cada vez algo nuevo sobre mí y mi estilo atrevido y divertido de escribir, quiero todo, y después querré más, porque lo merezco, pero no lo tengo y os odio a todos por no darme el reconocimiento que merezco y dárselo a otros, y la gente viene a cuenta gotas a verme y se ríen pero no me compran, soy el amigo simpático de la escritura, ¿Es bueno? No, pero es simpático, y antes de dormir mi cabeza no cabe en la almohada y no puedo dormir y me miro al espejo, y estoy muy feo, casi no me reconozco, odio a ese tío.

Todo empezó dejando caer los pétalos, insistiendo en que mi ego me idolatrara y me hacía caer en la decadencia de creerme perfecto, empiezo a odiarme, porque un día empiezo a no saber poner la palabra indicada en el reglón adecuado, todo empezó a ser caótico y empecé a pagarlo con todos y sobretodo conmigo y me asombraba ver como aun así estaban a mi lado cuando yo hubiera abandonado hace tiempo ya y me odio aún más por ello, y vacilo con una sonrisa y digo que estoy bien, vuelvo a crear una atmósfera de cálida amistad entre mis brazos, brillaba la felicidad mientras más crecía la ignorancia, no me miréis así, van unidas, ¿y qué era entonces?, ¿un mediocre ahogándome en mi propia pena? regodeándome de mis insatisfacciones, haciendo propaganda de mi propio dolor, llorando por lo que no puedo tener y una vez obtenido el placer obviarlo como algo necesario a mi subsistencia, no quería ser ese hombre que amartillaba sentimientos, que quería bailar solo, que enfriaba el aire que inhalaba, debía aprender de nuevo todo y sufrir como castigo, valorar lo que he perdido, me iré donde no pueda herir a nadie, no podré destruir lo que no esté dentro de mi corazón, con estos ojos mentirosos dije adiós, mientras miraba las bellas sonrisas que amanecían en esas caritas, que tengo que aprender a valorar, que tengo que dejar de herir, por las que tengo que aprender a sentir, quiero tener algo precioso por lo que morir y cumpliré mi castigo aquí entre el maíz, viendo los pájaros huir, viendo los cuervos apoyándose en mí, viendo pasar los días, despedazando mi ilusión como pétalos de rosa, ese es mi castigo… Odiarme toda la vida.


Acto 3: La parte en la que te conozco.

Los guapos también lloramos, y sufrimos, e incluso podemos lastimarnos físicamente, algunos guapos como yo luego escriben sobre ello, y de repente toda mi vida es eso, sufrir y escribir, menudo circulo vicioso, me iba genial así, como persona no, como persona era una ruina, pero como escritor, joder como escritor sin todo ese sufrimiento, ¿qué hubiera sido de mí? Si escribir es todo lo que soy, sin eso me siento hormiguita, diminuto, el sufrimiento me hace grande, pero lo que más gigante me hace es luego revolcarme en el barro y convertir mi dolor en oro, transformarlo en un espejo donde la gente se puede mirar y reconocerse y todos tristes cogernos de la mano y bailar en círculos en este sucio y triste mundo.
Pero te conocí, y ahora esa es mi parte favorita siempre, es la que más cuento, la gente creo que se empieza a hartar de nosotros, y no han visto nada todavía.
Yo esa noche no te tenía que haber besado, lo que estaba escrito es que besara a la chica con la que me veía entonces, pero me dio plantón, y no me importó lo más mínimo, y la vida siguió, siempre aleatoria, o no, pero nos juntó, y muchas conversaciones después, muchas, si miras al horizonte no terminan todas las palabras que nos hemos dedicado, divertidas, instructivas, serias, dramáticas que se solucionaban con algún comentario absurdo por parte de uno de los dos, chorradas, existenciales, que solo entendemos nosotros, momentos, momentazos, y entre todos esos actos, entre toda esa magia que florecía en nuestras bocas y ojos y sentidos al escribirnos, hablarnos y vernos, yo me estaba transformando poco a poco en alguien diferente, alguien que había dentro, pero que es muy vago y que necesita que le pinchen para salir, ahora sé cuáles son mis fallos, los entiendo y sobretodo aprendo de ellos, me han ayudado a llegar a este punto de inspiración renacida, había heredado mi pasado, mis más altas esperanzas, se habían quedado sin expresar y había dejado morir mis visiones y consuelos de mi juventud.
Pero no siempre iba a fingir mi inmadurez, sin todo ese castigo como vería mis heridas, no paraban de sangrar mientras yo sonreía por las calles como si nada pasara, nunca me paraba a mirarlas y un día paré, eran como flechas de fuego que disparaban contra mi alma helada, intentando encontrar las migas de pan para encontrarme a mí mismo, y empecé a levantar la vista, a observar los tejados de los edificios, los techos, el cielo, pero esta vez sin soberbia y sin prepotencia, porque no he visto un pájaro que vuele tan alto que no tenga que volver a bajar, queriendo destacar en algo por una vez real, aunque reciba martillazos como el clavo que sobresale de la tabla, empecé a dejar que la tinta hablara por mí, que se vengara de mi pasado y recompensara mi presente,  que creciera en mi conciencia empatía y dejara de lado tanta burla y pecado.
¿Cómo pude llamar vida antes de conocer todo esto?
Antes de que este big bang explotara aquí dentro, iluminando, dando vida, evolucionando la razón, antes de que este primate dejara de sacarse pelusa del ombligo, ahora me inspiraba en ventanas y dejé de lados los espejos, antes de que aprendiera más filosofía en los bares que en los libros y aprendiera matemáticas contando estos fallos míos, que escogiera la elección que me guiaba por los caminos que el ego hacia míos sin hacer caso a la conciencia muda por una moral sin jueces ni voluntad.
Aunque sé que mi inspiración es un arma de doble filo, es así como fabrico las palabras que me salvan de mi instinto autodestructivo contaminado con engaños, fui de la mentira soldado y ahora en mi pie me disparo, contando la verdad en estas frases que hacen que mi mente respire, exponiéndome a los abucheos, a las piedras, a verme solo en el escenario y aun así siempre conoceré de mí lo que conozco del infinito, lo que conozco del universo y seguiré en sumisión, explorando donde nadie quiera mirar, donde abunda lo oscuro, infiltrándome en mí mismo con una dura disciplina hacia todo lo que me había rodeado y me quería destruir…
Ya no miro el lado triste de las cosas, ni el lado bueno, miro el lado divertido de las  cosas, y todo ese odio hacía mí mismo, esa promesa de odiarme, empezó a desaparecer en la parte en que te conocí y me miraste y ya no quise ser maldito, ahora quiero ser tantas cosas, en tus ojos vi universos que explorar, fuiste capaz de ver que yo también tenía, y ahora quiero crecer, tú decides si a tu lado o no, pero yo quiero lamerte las manos cada día y hacer real las historias que nos emocionan al leerlas o verlas, y que tú me enseñaste a ver.
Tanto hablar de ti, te van a odiar toda la vida mis lectores, tranquila, son pocos, pero muy buenos y valientes, convertiste mi odio en amor, puedes con todo, podemos con todo.

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