Vamos a llevarnos bien y no volver.

Parte 1: Vamos a llevarnos bien.

Me siento a escribir y el teclado me observa embobado mirando la hoja en blanco
Anhelan el tacto que antes le daba
La suave brisa de mis dedos deslizándose
El ruido incesante de la locomotora en marcha al pulsarlas,
Ahora ven mi ceño fruncido
Mi cara enfadada de niño pequeño
Al que le han quitado el juguete,
Mi ego derrumbándose
Mi culpa fustigándome
El reino que he creado
Esta huérfano,
Mis criaturas andan desconcertadas vagando por mis tierras
Buscando quien las amamante
Las oigo por las noches llorarme
Y yo me doy media vuelta en la cama e intento no pensarte,
Me imagino en los labios de otras
Todas me llenan de cosas buenas
Llaman a la puerta para quedarse
Y compartimos risas
Y en nuestros pechos se mezclan mi esperma y nuestros sudores
Y en mi boca gritan sus orgasmos
Y en sus muslos mi cabecita loca descansa…
Y me acarician el cráneo
Y mi barba hace cosquillas en su vientre
Y me miran como el barco que encuentra el faro
Y yo no tengo nada
Sólo rocas donde estrellarte
Si ves luz en mi mirada
Es una estrella muerta
La luz existe
Pero no la razón de que brille,
Y como decirle a esa sonrisa inocente tuya
Que me corrí pensando en ella
Porque era la única manera
De abandonar mi cuerpo por un instante
Y no sentir dolor punzándome,
Ahora sé que estáis juzgándome
No son bonitas palabras las que quiero rimar
No son las que quieres escuchar
Mis criaturas son algo feas
Odiadme a mí, pero no a ellas,
Soy lo que la esperanza ha dejado en mi ser
Soy lo que la hoja en blanco espera que sea
Soy lo que ves
Y la escritura es lo que da forma a mis huesos y rellena mi piel
Por lo que si quieres quedarte
Tenemos que hacer
Por llevarnos todos bien.


Parte 2: Y no volver.

Hacer reír a la gente puede llegar a ser deprimente, la risa es un arma de doble filo, te protege, pero te expone a la vez, es como escribir, te vuelve fuerte cuando lo haces, pero a la vez te sientes vulnerable cuando te ven, es la eterna lucha, la comedia nace de mi drama, y para hacer reír tengo que reírme de mis demonios, como cuando escribo, para mí son la misma cosa, me llenan igual, me vacían igual, y así sigue la montaña rusa, me cubro de inseguridades y complejos, y pensar que una terapeuta me los quería quitar, ¡Si son lo único que me queda!, y los lanzo como dados y me la juego, y la gente se ríe y la gente me lee, y entonces solo quiero estar solo, la soledad tiene mal publicista, pero cuando las voces se me aglomeran en la cabeza es lo que me salva de un ataque de pánico en mitad del bar, la soledad ha sido martillo y cincel de mi alma tanto tiempo que aunque parezca lo contrario, me siento en cuerpo extraño rodeado de gente, y por eso empecé a escribir, para cogerle el gustito a estarlo. Pero desde que te conozco nunca estoy solo, mi mente escribe las partes en las que faltas en la vida real y completa el cuadro, la foto en aquel mirador, las estrellas mirándonos, los dos leyendo en el sofá, la parte en la que no te tengo que contar que hice toda la semana porque estuve contigo, y vimos ese sitio nuevo, y probamos esa cosa diferente, y los abrazos no eran de despedida, eran de buenos días, desde que te conozco si algo nos duele, el dolor pesa menos porque es compartido, si algo nos alegra, la alegría es más explosiva porque la compartimos, si necesitamos apoyo, somos más fuertes porque juntos luchamos más duro.
La soledad me hizo escribir, pero estar solo me hizo ser la persona capaz de hacerte daño, tú me haces querer seguir escribiendo, amar lo que hago, y no voy a volver allí, ya no recuerdo como era todo esto antes de ti, cuento los años a partir de conocerte, porque no voy a volver allí, abrazo lo mejor de ti desde que te conocí, para así no volver, para quedarme en esta balsa, escribiéndote, esperándote.

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