Yo aún me a cuervo de ti.

Dejábamos que la cera de las velas se fundiera poco a poco, le gustaba provocarme, incitarme, castigarme para después satisfacerme, eran días de terciopelo, me tapaba los ojos, me susurraba al oído lo que me iba a hacer y mi piel se entumecía, inhalaba el aire con brusquedad, respiraba fuerte: “Shhh, esto te dolerá, pero luego sentirás placer, ya verás, llegarás a los dos extremos”, me decía, derramó sobre mi pecho toda la cera aún candente y mientras yo apretaba los dientes y me retorcía de dolor, abrazó mi polla con sus labios paseando su lengua de arriba abajo, y justo antes de correrme le daba más fuerte, podía sentir las venas hinchadas rozando sus finos labios, jadeaba de placer, parecía un animal retozando en el barro y muriendo por la inercia del orgasmo.
A veces le gustaba meterse en la bañera y esperar a que yo llegara a casa, tenía llaves, se desnudaba y deslizaba su suave piel sobre el mármol, cuando llegaba me pedía que me quitara la ropa lentamente mientras se tocaba, me quitaba toda la ropa mientras la oía gemir, mientras la veía contonearse dentro del agua.
Me metía en la bañera con ella y hundía mis manos en el agua, buscándola, encontrándola, saboreándola con las yemas de mis dedos, ponía su boca cerca de mi oreja y me pedía que le metiera más dedos, echaba la cabeza hacia atrás, dejándose llevar por el momento, me pedía que dejara caer mi saliva en su boca, bajaba su mano y me apretaba con fuerzas los testículos, “eres preciosa, tu belleza es soberbia, insultante”, le dije, “bésame el cuello y dame las gracias por golpear tus huevos”, me contestó, soltó una carcajada cuando lo hice y cayó relajada hacia atrás, sus comestibles dedos de los pies se retorcían mientras la explosión corría por sus venas, luego me daba un beso y moríamos abrazados hasta el día siguiente.
Todo empieza con unas miradas, con una forma sutil de empezar la partida, me hacen jaque mate y me ganan, todo es jolgorio, alegría y un buen humor que anula todo lo que atrás me haya dañado, la acabo invitando a unas copas, ríe y me traslada su alegría, es un encanto, muy juvenil, y yo he llegado a descubrir que mi cama sin ella es lo más triste que he visto nunca, su piel pálida brilla entre las sábanas, somos un bulto precioso entre las mantas que se esconde de todo lo desagradable que hay en el mundo, y se remueve y grita de placer y estrangula a la tristeza.
A veces le vienen pajas mentales, idas de olla, paranoias, y entonces es cuando saco mis huevos a relucir, cansado de ser vilipendiado por todos lados, me quedo colgado de una ambigüedad profunda.
Porque en el fondo sé por qué ella me atrae: porque es indefinible, exótica, por el hecho de que en su fundamento ella representa el desconcierto de quien realmente soy, y eso duele, y a las mentes resquebrajadas como la mía atrae…
Un día decidió cansarse de mí, decidió que todo lo que le gustaba de mí ya no le gustaba y se dio cuenta de que no podía cambiarme y de que en realidad nunca me quiso por quién era sino por quién pudiera llegar a ser, por mi potencial, por mi estúpido y decepcionante potencial.
Y me dejó en la misma habitación donde aún se escuchaba el eco de su voz gritando mi nombre rebotando en las paredes…
Lara: Lo que me jode de ti es que eres capaz de representar la ingenuidad infantil con tanta maestría como puedes llegar a interpretar el cinismo derrotista, siempre riéndote de todo incluso cuando por dentro estás llorando, nunca sé lo que realmente te pasa y no te tomas las cosas en serio.
David: Joder, lo que menos necesito ahora es basura new age reventándome las neuronas, ya deberías saber cómo soy, me gusta expresar el dolor a través de la risa.
Lara: Sí, sé lo que eres, eres un vago que solo se dedica a escribir líneas obscenas y desvaríos varios y que sueña con poder vivir de eso pero no hace nada para conseguirlo, estás en el camino de convertirte en un agujero negro de caos, lo único que haces es emborracharte para sentarte a escribir, si se puede llamar escribir a eso, más bien eres un vomitador de esencias malolientes.
David: Joder, hablas de mí bebiendo como si fuera un vicioso.
Lara: Yo solo digo que detrás de cada vicioso hay una necesidad de afecto y que te has convertido en un pobre profeta de bar.
David: No sé, supongo que pensaba que te gustaba como era, que lo que nos unía era que tú y yo no somos ajenos a la miseria, y ¿cómo qué no hago nada? ¿No cuenta todas esas cosas que hago por ti?
Lara: Claro que cuentan… Eres muy dulce y me encanta cómo me tratas, pero no es eso…
David: Sí, bueno, no necesito que me digas más, no soy gilipollas, las caricias no acaban cuando las interrumpe el acariciador, sino cuando el acariciado deja de sentir sus ecos.
Ella abandonó mi cama para siempre y ahora cada vez que veo mi cama y no está ella, agarro la botella y aporreo el teclado buscando consuelo en las palabras, pero esta vez ni las palabras pueden consolar a estos ojos vidriosos.
Y ahora estoy en un dulce y aprovechable momento de pesimismo, me camuflo con el color de la noche y me escondo de la luz del día, rocío de whiskey mi lengua y lamo mis heridas, escribo basura no comestible en el ordenador, me limita mi poco talento y mi poca ambición, facultades poco atractivas para el público femenino.
Parece que la razón por la que me gusta estar jodido y disfruto de esto es que en el fango, en la naturaleza de mi propio espíritu, saco lo mejor de mí, aunque eso llegue a ser deprimente, pero parece que me gusta estar jodido porque así veo lo triste menos triste.
Y pasan los meses y no hago otra cosa que escribir, beber y golpearme el autoestima, a veces me visitan musas y me dejan desvestirlas, me dejan acariciarlas, me dejan atisbar debajo de sus faldas y me dejan correrme en sus entrañas, luego por la mañana se van, pero su olor se queda, eso es lo importante, que su bello olor se quede en mi almohada.
Me hablan maravillas de mi lírica mientras yo les recito al oído las trompetas del apocalipsis, hay pocas cosas que me la pongan más dura, una buena mamada al ego nunca viene mal, pero no hay que pasarse, no me lo puedo tragar, tengo que confiar en que me avisen.
Yo solo quería escribir sobre el amor que sentía o que siento, pero es demasiado doloroso y es que cuando lo das todo corres el riesgo de quedarte con nada, pero de eso trata el amor, dar sin esperar nada a cambio, luego no me puedo arrepentir, luego no puedo ser un gilipollas, no puedo menospreciar lo que me ha hecho sentir porque no me haya querido.
Pero la imagen de la felicidad se fue con esos labios, y aquel perfume me persigue para recordarme que ya no estás conmigo.
Y aunque sea un espantapájaros, yo aún me a cuervo de ti.

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