La divina comedia.

Parte 3: Olivia. Paraíso.
Hoy es mi cumpleaños, lo voy a decir por primera vez en voz alta, treinta y uno, joder, si, treinta y uno, y a partir de aquí por reglas inventadas de la sociedad es cuando tienes que empezar a ponerte un límite en las cosas que quieres hacer, porque ya empieza una cuenta atrás, (que por si no se habían dado cuenta, empieza cuando nacemos, no solo al iniciar la tercera década), pero que la sociedad ha impuesto como límite en plan “Oye, ya está bien, ya de aquí a unos años tienes que pensar en tener hijos, trabajo estable, no tanto salir de fiesta y más ir pensando en comprarte una casa, ya no puedes ir por ahí haciendo el ridículo haciéndote pasar por joven y si te pones no seas ya tan roja que no tienes edad y tienes que volverte más conservadora” a lo que suelo responder “Que os den”, no me esfuerzo mucho más, después me vuelvo a vivir mi vida, la que he elegido, la que me gusta, y en la que no tengo que dar explicaciones a nadie de como la vivo, y punto.
Y como dije hoy es mi cumpleaños, y para celebrarlo bebo sola en un bar, primero bebí sola en casa, y luego me aburrí y me vine al pub “La divina comedia” a celebrarlo, no para hablar con nadie, no para conocer a gente, si no para estar rodeada de una falsa sensación de acompañamiento, pero sin pasar por la pereza de tener que iniciar una conversación con nadie. Eso sí es un claro síntoma de edad, la pereza que da conocer gente nueva, ahora es un esfuerzo interesarme por lo que me cuenta una persona que acabo de conocer.
¿Y por qué en mi cumpleaños bebo sola? Bueno, esta ciudad se fue quedando huérfana de amigos y amigas, se fueron yendo poco a poco, casi fue más doloroso porque un día sin darme cuenta estaba sola en la ciudad, tenía gente conocida sí, pero nunca son suficiente, son figurantes, y como dije antes la pereza es demasiado grande como para querer profundizar y hacer nuevas amistades ahora. Se van yendo, a otras ciudades, a otras vidas, con parejas, con hijos, es lo normal, ¿no?, me gusta pensar que soy el faro que les guiará cuando necesiten un descanso y vuelvan a casa, yo sigo emborrachándome los martes, los jueves porque sí, porque saliendo entre semana se empieza a cambiar el mundo, no tengo ingresos fijos, ni un plan de futuro, mis relaciones han sido un desastre, al último que me trataba (quizá demasiado) bien y que se parecía demasiado en mí en la inestabilidad le dejé por otro ex novio que me trataba regular pero que tenía la estabilidad que necesitaba, vamos, prácticamente me rechacé a mí misma por alguien que no era ni de lejos yo, ni lo que quería ser.
Si no recuerdo mal, le dejé aquí, en este mismo bar, en “La divina comedia”, él me lo enseñó, era su favorito. ¿Os imagináis que me lo encuentro?
El caso es que llego feliz a los treinta y uno, independiente, sin tener que rendir cuentas más que a mí misma, sabiendo lo que quiero, ¿Quién sabe lo que quiere en realidad? Nadie, os dicen lo que queréis, que es diferente, yo sé lo que quiero y no, eso no está en ningún altar, ni en una casa adosada, ni en un “no puedo porque me están esperando en casa”, o en “no puedo porque mañana madrugo”, lo que quiero no está anclado en lo convencional, lo que quiero no se puede explicar, sólo vivirlo, no está en el éxito, está en crear mi pequeño paraíso.
Y estoy cerca, como estoy cerca de otra cerveza.

Olivia: Una cerveza más.

Camarero: Una cerveza menos.

Olivia: ¿Cómo? Ah, sí, pero me gusta ser positiva, por eso una más, y no una menos.

Camarero: Eso es bueno, oye, me suenas, antes venías mucho por aquí, ¿no?

Olivia: Sí, con uno que hacía monólogos aquí.

Camarero: ¡Ah sí! Tú eres la que estaba con Leo, es verdad.

Olivia: Si, no volví desde entonces, le dejé aquí mismo, ¿sabes?

Camarero: Has vuelto a la escena del crimen, ¿eh?

Olivia: Sí, ¿sigue con sus monólogos? No volví más a verle porque me daba miedo que soltara algo de mí, era buen chico, pero algo rencoroso por lo que recuerdo, mucho sentido del humor pero si le dices que no lo quieres, oye, que se rebota, como si fuera obligatorio, bah, si yo hago lo mismo. ¿Habla de mí en los monólogos entonces?

Camarero: Pues puedes preguntárselo, acaba de entrar con la puerta.


Parte 2. Leo. Purgatorio.

Una vez le pregunté a una amiga: ¿Por qué es tan difícil quedarse conmigo?
A lo que me respondió: “A mí al menos me pasa, y creo que a muchas amigas con las que hablo, lo que noto es que inconscientemente buscamos a alguien pragmático, y lo siento Leo, pero tú no lo eres”
Esa frase se me quedó en la memoria durante años, casi cada vez que conocía a alguien pensaba, “Joder, pero si casi no sé ni que es ser pragmático, me va a dejar” y empezaba la relación ya con la zancadilla puesta.
No sé qué se puede considerar serlo, pero si hago un repaso a las cosas que no se considerarían aprovechables de mí me vienen a la cabeza estás: No tengo coche, ni carnet, ni sé montar en bici, no tengo carrera, no he viajado casi nada, no tengo trabajo fijo, mis ingresos son muy limitados, vivo al día, estoy estancado en cuanto a mis ambiciones, soy algo vago y poco resolutivo, joder, casi les voy a echar en cara que no me dejaran antes.
Estoy seguro de que tengo cosas buenas, de primeras soy todo espectáculo, pero quizá ese es el problema, acabo decepcionando, y la decepción en el amor es un obstáculo difícil de superar, y decepcionar a la persona que más quieres crea unos problemas de auto estima duros de gestionar para mí persona.
Supongo que eso se va haciendo bola y ha llegado un momento en mi vida que me cuesta expulsarla porque la pelota se hizo tan gigante que se atasca en la garganta, y se queda en mí, y me vuelvo demasiado inseguro, nadie quiere a un ser tan inestable a su lado, quizá yo sí, porque juntos se puede formar un escudo que nos proteja de la mierda que nos salpica del pasado y del resto del mundo, y nos convierte en fuertes, no lo sé, es una jodienda perturbadora pensar así, si lo analizas, pero no quiero husmear en ello, no ayuda que todas mis parejas me hayan dejado por su ex, no ayuda, pero como dije, no es momento de meter el dedo y ver de qué color son mis tripas, es hora de disfrutar del momento, hoy voy a celebrar dos años con Elisa, y vamos al bar donde nos conocimos, La divina comedia, es mi bar favorito, vengo aquí a hacer mis monólogos,  largar noches de charla con el camarero hasta el cierre, sexo en los baños, largas charlas de barra, risas memorables, incluso me han dejado en la misma esquina de la barra donde un día conocí a Elisa y fue como si ya me pudiera perdonar por todos mis errores y defectos, el chispazo fue inmediato y hasta ahora la llama con menos o más intensidad ha seguido ardiendo.
Pero creo que nuestra relación ha llegado a un punto muerto, a un limbo, algo le pasa, cada vez hace más cosas sin mí, los pequeños detalles empiezan a notarse, como no dar las buenas noches ni los buenos días, como no avisarse al instante con una buena noticia, ver series sin la otra persona, cada vez más días sin vernos, no sé, esas pequeñas cosas que puedes notar en sus comportamientos, en cómo me mira, que ya te suena de otras veces, mucho ha durado quizá, pero joder, quiero que dure más, y esta vez no quiero dispararme en el pie, y eso es algo ¿No?, por eso le propuse venir aquí, a La divina comedia, el lugar donde nos conocimos, el lugar donde empezó todo, el lugar donde nos hicimos sentir que merecía la pena luchar por nosotros, que esto era algo diferente que nadie entendería, conocer nuestras manías, gestos, hasta casi hacerlo algo de los dos, crear un equipo de la nada, volver a conectar, que me vuelva a mirar como me miraba, y que ella se vuelva a acordar de como la miraba, aunque quizá ese sea el problema, quizá se enamoró de como yo le hacía sentir y no tanto de mí como persona…
Pero todo irá bien, ¿verdad?

Elisa: ¿Quién es la que te saluda junto al camarero?

Leo: Anda, ¿te acuerdas que te conté que una vez me dejaron en esta misma barra? Pues ella es.

Elisa: Vaya, y veo que le gusta venir a recrearse.

Leo: Bueno, fue en otra vida, sin rencores, le tendré que dar las gracias y todo, por ello te conocí a ti.

Elisa: Pues yo me quiero vengar.

Leo: ¿Te quieres vengar porque por su culpa me conociste, verdad?

Elisa: Bueno, por eso también, pero te hizo daño, por lo que me dijiste fue muy insensible contigo y te trató fatal.

Leo: S´, bueno, cuando estás dolido tiende uno a exagerar las cosas, no es ningún delito dejar de querer a alguien, esas mierdas pasan, y yo me alegro de que pasara.

Elisa: Es guapa la verdad, no me dijiste que era tan guapa.

Leo: Le pegas mil patadas.

Elisa: No digas eso. Venga, voy a hablar con ella.

Leo: No, no tengo ganas de saludarla, es nuestro aniversario.

Elisa: Déjame un momento, que le diga un par de cosas.


Parte 1: Elisa. Infierno.

Estoy atrapada, estoy como nunca quise estar, presa de una situación, de un sentimiento de culpa, de un infierno de conciencia sucia.
No se escriben grandes poemas sobre lo que sentimos la persona que hace daño, siempre el foco es para quien recibe el golpe, siempre el arte grita la pena, pero no tiene tanta importancia lo que sienta quien se queda con la etiqueta de mala, como si un día por la mañana me levantara con ganas de hacer daño a quien me quiere y disfrutara con ello y luego durmiera en paz, pero no es así, se demoniza a quien tiene que tomar la decisión, a quien tiene que vivir con el resultado sea bueno o malo, a quien tiene que soportar los juicios de personas que creen que no han roto un plato en su vida, o no lo quieren recordar, somos humanos, cometemos fallos, la cuestión es como lidiamos con ellos, Leo no suele lidiar bien, es un manojo de nervios y le basta un empujoncito para temblar y buscar algo que le caliente, normalmente el alcohol, o el cuerpo de otra persona, y luego se siente peor y vuelta a empezar.
Yo hoy voy a dejar a Leo y no sé como, sé que es muy cruel dejarle en el mismo bar, en su bar favorito, pero así estará en un buen sitio donde estar, La divina comedia, aquí le conocí, hacía monólogos aquí y después de hacernos reír durante un rato se bajó serio y se sentó en su esquina de la barra, y yo quise saber porque estaba tan serio cuando le había ido tan bien, me miró y me dijo sonriendo que tenía el corazón roto, fue la forma en la que me lo dijo lo que hizo que casi imaginara literalmente su corazón tuviera una grieta, desde entonces, nos sentamos a hablar y ya todo fueron risas. Así empezamos. No volví a verle serio casi hasta año y medio después, incluso cuando discutíamos siempre conseguía sacarme una sonrisa, a veces eso era irritante, a veces maravilloso, a veces no sabía diferenciarlo, puede que eso lo hiciera interesante porque así era en todos los aspectos de su personalidad.
Pero esa inseguridad que tenía a veces nos perjudicaba, no soportaba la cara con la que me miraba si le decía que había hablado con algún ex, era como si quisiera que no tuviera pasado, él me podía contar sus aventuras pero menuda cara ponía si contaba yo las mías, parecía que odiaba a cada persona que me hubiera tocado, como si yo le diera importancia, le daba la misma que él, pero no lo entendía, porque los hombres lo sexualizan todo. Un día sus celos empezaron a manifestarse demasiado, se quiere sentir demasiado único, si por él fuera, las personas del mundo desaparecerían y nos quedaríamos él y yo, juntos, aunque fuera sin más remedio, su actitud empezó a cambiar y dejé de mirarle igual. A veces esas cosas que sientes por alguien, esa intimidad, esa cercanía, esa confianza, no son gratis, cuando conoces a una persona que ha vivido mucho viene con equipaje, y yo ya no puedo soportar llevarle el suyo y el mío, porque lo intenta, pero no lo consigue, porque le da miedo que mi pasado sea más importante que mi presente con él, y eso le amarga y le aleja de mí sin que se dé cuenta.
Esto ha pasado de paraíso a purgatorio y ahora a infierno, hemos ido al revés que en La divina comedia, quizá para que una relación vaya bien tenga que ir como en el libro, no lo sé, al menos tendría un destino mejor a pesar del sufrimiento inicial.
Pero no quiero romperle el corazón, necesito que sea él quien la joda, quizá si me da un motivo le duela menos la decisión final, quizá así sea más fácil, no me juzguen, quizá le toque sentir culpa para que no le duela tanto la próxima vez, para que sea más comprensivo para con quien le haga daño, quizá así evolucione, ¿No?, o eso me tengo que decir para hacer esto…

Elisa: Hola, soy Elisa, estoy con Leo, me ha dicho que estuvisteis juntos ¿No?

Olivia: Si, encantada, soy Olivia, aunque esto es raro, no viene a saludarme ¿no?

Elisa: No, dice que es nuestro aniversario y que no quiere hacerme sentir incomoda.

Olivia: Por lo que veo eso es difícil, porque estás aquí.

Elisa: Si, quería pedirte un favor, de ex a futura ex.

Olivia: Joder, ¿Le vas a dejar aquí? ¿En su bar favorito? ¿Dónde le dejé yo? ¿En su aniversario? De esta no se recupera, aunque le vendrá bien para renovar material en sus monólogos.

Elisa: Si, por eso quería pedirte un favor algo especial, verás, yo le conocí en esta misma barra, en este mismo bar, La divina comedia, tenía el corazón roto, no quiero que lo vuelva a tener, pero necesito seguir adelante, necesito ser feliz, y no puedo seguir así, pero tampoco puedo dejarlo, por lo que se me ha ocurrido una cosa algo retorcida, necesito que te acuestes con él.
Olivia: ¿QUÉ?

Elisa: Si, necesito que te lo folles, en los baños mismos, yo le emborracharé, seré algo estúpida con él esta noche, me haré la listilla que no lo soporta e intentaré que vea que no soy para tanto como él me mira, que hay otras opciones que le pueden tratar mejor, entonces apareces tú, y eres dulce con él, y te ríes de sus chistes, y le miras como le gusta que le miren, le haces recordar historias vuestras pasadas, los buenos tiempos y de repente a mí me surgirá un improvisto quizá en el trabajo o familiar, y se cabreará y dirá que no me tomo en serio este evento especial y entonces ya haz el resto, caerá, aunque sea por despecho, y si algo tiene es que es sincero, por lo que me lo acabará contando y se acabó.

Olivia: No sé si eres la persona más retorcida que he conocido o me gustas, o ambas dos.

Elisa: Lo sé, pero no se me ocurre otra.

Olivia: ¿Y si no lo hace?

Elisa: Hazle lo de la nuca, no se aguanta a eso.

Olivia: ¡Cierto! Se me había olvidado.

Elisa: ¿Trato hecho?

Olivia: Hay trato si me cuentas la verdadera razón por la que haces esto.

Elisa: Ya te lo acabo de decir.

Olivia: No me lo creo, te recuerdo que he estado donde tú, ¿Le has puesto los cuernos verdad?

Elisa: No… yo…

Olivia: Y no me digas más, con tu ex…

Elisa: ¿Lo vas a hacer o no? Estamos hablando mucho y nos está mirando.

Olivia: Te tiraste a tu ex…

Elisa: ¡Si joder, lo hice! Pero necesito que él sea el culpable esta vez, por su bien…

Olivia: Necesitas que no te odie como me odio a mí, y para eso vas a hacer que cargue con toda la culpa y se odie a sí mismo.

Elisa: Llámalo como quieras, ¿Lo vas a hacer? Tengo que volver.

Olivia: Quizá en otra etapa de mi vida lo hubiera hecho, pero para llegar al estado en el que estoy de felicidad he tenido que pasar por lo tuyo y por lo de él, os hago un favor a los dos, encontraréis el camino, sólo tenéis que aguantar siempre un poco más.

Elisa: Joder, venga, piénsatelo, estaremos ahí.

Olivia: Camarero, dos cervezas para la mesa de Leo y Elisa, diles que les deseo feliz aniversario y que sigan celebrándolo aquí, en La divina comedia sus aniversarios, pago yo y me piro.

Camarero: ¡Marchando!

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