Un barco, tierra firme y un tesoro.

Tengo un barco, es muy bonito ¿Verdad?
Me meto dentro y navego sin ningún tipo de orientación ni de guía,
mis mareas y yo,
balanceando mis tripas y la cerveza que me pide la sed cuando estoy sediento de un abrazo.
Me encierro en mi camarote a escribir,
pero he perdido mi habilidad para hacerme reír,
las palabras ya no apuestan por mí,
y eso es porque ya no me ilusiona nada ni nadie,
soy incapaz de ello ahora mismo,
no me emociono con las pequeñas cosas porque no puedo compartir con quien quiero la felicidad que me provocan,
no me permito ilusionarme porque me basta una chispa para incendiarme y acabar hecho cenizas mientras mi brazo se queda estirado anhelando que lo que lo ha provocado al menos sea real, por eso y porque supongo que el cinismo no me inspira.
Por eso vengo a mi barco, y dejo que los azotes del mar vacíen mi estómago con acometidas violentas propias y dignas de la naturaleza.
Por eso vengo a mi barco, para quedarme vacío y que así duela menos, para recordar que no nací para tener los pies en tierra firme,
que por mucho que anhele el paraíso perdido y la eterna búsqueda de la X en un mapa tengo que hacer este viaje desprovisto de esperanza,
por mucho que oiga los cánticos, al final sólo me llevan a las rocas,
y tengo que acabar reconstruyendo el barco con mis torpe manos y nunca queda igual de bonito y bueno que antes, y siempre acaba teniendo una avería o fuga que jode mis futuros viajes y que auguran otro triste naufragio...
Y por eso estoy aquí en mi barco hoy, bailando (porque se puede) The Smiths al ritmo de las olas que acarician el lomo de mi querido barco, porque si no puedo escribir aquí, al menos bailo (mal), al menos canto (mucho peor), porque si no puedo pisar tierra firme, al menos no me ahogo, al menos tengo donde volver, porque si no puedo buscar eternamente el tesoro contigo, al menos sabrás que lo estuve buscando, al menos sabrás donde encontrarme...
Aaarg, que me aspen, al final he acabado escribiendo, al final he acabado viendo tierra a la vista, al final ha mordido la esperanza el anzuelo que lancé al sentarme a escribir en el barco.
Si es que tengo un barco que en el fondo es muy bonito. ¿Verdad?

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