Solo en la carretera, la felicidad que se corre en mi cara y la empatía que nos salva.

La última vez que arañé el teclado y dejé marcadas mis palabras en las redes dije que la felicidad estaba siempre en otra parte.
Ahora la felicidad me besa y se le hincha la cara de alegría al verme.
No he escrito desde entonces, esta es la primera vez, disculpen mi torpeza, y eso que el mundo sigue girando y abrazando tragedias por el camino cada segundo, podría enumerar todas las malas noticias que nos golpean cada vez que encendemos una pantalla, pero nunca fue lo mío pedir protagonismo denunciando con mi opinión de mierda los problemas e injusticias de otras personas. Y eso no me hace peor persona, no poner en internet lo que pienso de las atrocidades que estamos viviendo, que estáis viviendo, puedo compartir algo, pero nada más, intento mejorar en el día a día con las personas que me rodean, salgo a la calle a gritar de vez en cuando, y eso es todo, no doy para más.
Yo sólo sé escribir cuando tengo sed, es una adicción que lleva a otra, como las series a las Pringles verdes, o las pajas a sentirse vacío después, todo es un vicio, nos mueve la adicción por las cosas que nos hacen sentir, buenas o malas, que más da ser adicto a leer o a la cocaína, que importa ser basura o ser basura.
Nuestro ego también nos engancha, somos carnes y huesos sosteniendo el peso de nuestro ego, de nuestro mundo, el único que conocemos, todo lo demás es extraño y da miedo, por eso en algunos planetas crece la empatía, es el oxígeno que nos permite respirar en otros planetas, en el nuestro propio para poder soportarnos. Creo que no escribo tanto porque últimamente me soporto, me he perdonado, la felicidad me escupe en la cara al despertar para después follar, nos va ese rollo. Y es que escribir para mí es viajar solo en la carretera, no es para compartir así como así, saca de lo más oscuro de mí algo brillante, he vuelto a escribir, nada bien, pero aquí estoy, solo en la carretera, expuesto a que me atropellen ustedes, vendré cuando necesite un empujón, mis converse pisarán el asfalto y mis letras también, pero me veo extraño viéndome feliz en el espejo, es como si esperara la trampa, y esa es la trampa, no voy a caer, pienso aprovechar esta felicidad al máximo.

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